Pan para hoy...

Tino Novoa EN LA FRONTERA

OPINIÓN

22 jul 2016 . Actualizado a las 09:05 h.

Casi un mes después del 26J estamos aparentemente igual que entonces y las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas. La urgente necesidad de poner en marcha la gobernación del país casa muy mal con los ritmos de las negociaciones. Rajoy lo sabe tan bien como sabe de la perentoriedad de formar Gobierno, pero hasta el momento apenas se ha movido. Felipe VI le ha dado ahora una semana para buscar los apoyos que necesita, porque no se puede colocar nuevamente al rey en la tesitura de tener que bordear las funciones que le atribuye la Constitución. Es responsabilidad de todos hacer que las instituciones operen adecuadamente y lo hagan dentro del marco que les corresponde. Buscar los apoyos para que cuando menos se ponga en marcha el reloj de la investidura es deber de los partidos, no del monarca.

En los días que faltan para ser recibido por el rey, Rajoy debería tener tiempo suficiente para perfilar los apoyos con los que puede contar. Pero los últimos movimientos no invitan al optimismo. Su inexplicado acercamiento a los secesionistas puede ser pan para hoy, pero hambre para mañana. Durante mucho tiempo, el PP los ha demonizado, a ellos y a quienes se acercaban a ellos. Ahora da la vuelta a la tortilla, y aunque sea cinismo puro que defienda cuando le interesa lo contrario de lo que antes atacaba, sería asumible si sirviera al menos para que los nacionalistas salieran del limbo en el que ellos mismos se han colocado. Pero de momento no han dado ni un paso para volver a la senda de la legalidad. Además, el secretismo con el que han llevado todo el proceso alienta todo tipo de sospechas. La consecuencia inmediata es que Rajoy parece haber perdido por un lado más de lo que ha ganado por el otro. Porque al sumar a los secesionistas ha espantado a Ciudadanos y ha servido en bandeja la excusa al PSOE para desentenderse de la investidura. Pero España no está ya para tacticismos. Unos deben esforzarse en formar Gobierno sin trucos ni engaños; y los otros no deben jugar a la revancha y al voto de castigo para no demorar lo inevitable.