08 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si es que nos lo tenemos merecido, ya lo dijo no sé quién la pasada semana y la anterior y la anterior, que vamos provocando, que enseñamos nuestras piernas y nuestros pechos tentando a la lujuria masculina y a que nos pase cualquier cosa por una esquina. Ya se sabe, las mujeres, cuando vamos a fiestas, festivales y demás, vamos con ganas de que nos toquen las tetas, de que nos manoseen el culo al pasar, de aguantar propuestas de «machos altamente cualificadas para follarnos», o de que nos violen, no aprendemos.

Desde que empezamos a tener escote, aguantamos las agresiones sexuales como algo totalmente normalizado. SI. Agresiones sexuales. Como no voy a inventarme ni a exagerar nada, me remito a la interpretación según su definición en la RAE: «Una agresión sexual es cualquier tipo de violencia de naturaleza sexual cometida contra otra persona, atacando su libertad sexual. Aunque la agresión sexual esté asociada al crimen de violación, puede cubrir otros tipos de violencia que generalmente no encajan en la definición de violación»

Si te soba un poco más de la cuenta, está bromeando; si en una fiesta le gritan a tu colega «fóllatela», es que van borrachos; si te besan sin consentimiento, es que estaban intentando noséqué; si babean mirándote el escote, es que no pueden remediarlo; y así un sinfín de actos totalmente normalizados que seguimos aguantando las mujeres de todas las edades.

Realmente dudo que me lea alguno de esos especímenes que circulan libres, con su masculinidad y su machismo por bandera, porque dudo que las neuronas que circulan en su cerebro sean capaces de generar ningún reconocimiento de culpa. Aun así, a esos les escribo.

Pues eso, a esos genuinos e indescriptibles especímenes que circulan por nuestras calles, a esos que piensan que las mujeres necesitamos una polla para ser felices, a esos que hace tiempo que no saben más que valorar a una mujer por lo que a su (lamentable) juicio entra dentro de sus cánones de mujeres follables, a esos que nos agreden con el simple hecho de existir, que necesitan en muchos casos volver a nacer para ser capaces de devolverle al mundo la mierda que han sido capaces de generar con sus actos.

A ti, que me provocas miedo cuando voy sola por la calle; a ti, que has aprovechado tu superioridad física para manosear a esa chica el otro día en alguna fiesta; a ti, que me agarraste del brazo mientras ibas borracho para levantarme la falda; al que el otro día le gritó a mi amiga que necesitaba que la follaran; a todos esos mal llamados hombres que viven entre nosotras, solo pediros que os extingáis, como mejor veías, os dejamos total libertad, pero que desaparezcáis de la vida de cualquier persona, que nos hagáis ese favor, que el mundo para nosotras sería un lugar más bonito, más seguro, más humano. Os lo agradeceríamos mucho, en serio.

Que no, que no son exageraciones, que ser mujer es una lucha constante, que no sabemos cuándo un depredador de estos que campa a sus anchas nos puede poner el ojo encima y sus babas y sus asquerosas garras.

Somos libres, dejamos de tener permiso masculino para circular por las calles y para hacer nuestra vida, hace ya algunos años. No os necesitamos como requisito indispensable en nuestras vidas, no tenemos dueños, no somos pertenecías, somos dueñas de nosotras mismas, de nuestro cuerpo y de nuestras decisiones.

Somos compañeras de viaje, somos amigas, somos valientes, Sí, sobre todo eso, valientes y guerreras, porque nos han puesto en una batalla constante, la de defender nuestra libertad. Libertad para vivir a nuestra manera y entre esa forma de vivir, libertad para disfrutar de sexualidad, para decir que NO cuando es NO.

Seguiremos en guerra, con la bandera en defensa de nuestra igualdad y libertad y ganaremos la batalla a toda esa caverna machista y la ganaremos porque somos más, porque somos mujeres, porque somos mujeres libres.