El «caso Soria» es solo la punta del iceberg

OPINIÓN

12 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pensaba escribir esta semana sobre este tema  ¿El defensor del pueblo o el defensor del partido?, pero ha saltado a la luz el caso del exministro Soria, sí de ese señor que se cargó lo de las energías renovables y, con ello, miles de oportunidades de trabajo, además de estar implicado en los papeles de Panamá, y cambio por un tema similar, porque me trae a la memoria la gran podredumbre que esconden las puertas giratorias que utilizan los partidos políticos para colocar a sus fieles servidores y las muchas vivencias directas de casos similares en mis años de funcionario por oposición en el Parlamento Europeo.

En el caso Soria se trata del PP pero también podría contar otros muchos casos de otros partidos. No me llama la atención ni siquiera la desfachatez y la arrogancia con la que colocan los partidos a sus fieles militantes en los puestos de los organismos internacionales   o en los organismos e instituciones de la UE, con desprecio incluso de la opinión pública.  Unas veces se tratará de personas competentes, pero otras muchas se trata de nulidades mayúsculas  lanzadas en cohete (parachutadas) a unos puestos con sueldos millonarios (acordaos de la Pajín o de la exministra Magdalena Álvarez, ambas colocadas por el PSOE). Esta última tuvo que dimitir como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, después de que la Audiencia de Sevilla confirmara su imputación por prevaricación y malversación en el caso de los ERE.

En el caso actual han protestado todos los partidos, pero ¡fijaos bien!  No han protestado por el enchufismo, el nombramiento a dedo y la discriminación respecto a las demás personas que no tienen padrino en los partidos. Claro ¡cómo van a protestar por eso, si están todos pringaos y la responsabilidad recaería en los propios partidos más que en sus propios enchufados! Han protestado porque se han descubierto los negocios que este señor tenía registrados en Panamá. Pero mucho más grave que lo de los papeles de Panamá es el enchufismo y corrupción  que están fomentando todos los partidos.

«Pierde toda esperanza, el puesto está dado», estas son las palabras que le dije a un joven y brillante ejecutivo de Bilbao que se postulaba para un alto cargo en el Parlamento Europeo. Yo llevaba tres meses en dicha institución  y hacía ya dos meses que conocía a quién habían destinado este puesto los socialistas españoles. Que no, que los partidos no tienen el menor reparo en hacer gala de estas prácticas. Que se reparten los puestos claves en todas las administraciones, como si se tratara de canonjías. Esta corrupción es mucho más grave que el caso de los papeles de Panamá. El pacto anticorrupción, de que hacen gala algunos partidos,  es papel mojado, mientras los partidos políticos sigan metiendo baza en la administración y no promuevan un funcionariado competente e independiente.

¿Queréis que os dé nombres? Podría hacerlo, pero no en público.  Y los que defendemos la necesidad y la urgencia de unos Estados Unidos de Europa tenemos que ver con tristeza cómo la gente se va desilusionando con el proyecto europeo por culpa de unos desalmados.  Sí, luego estos santones de la política irán dando conferencias bien pagadas sobre la UE, sobre  esa Unión que ellos están destruyendo.

Pero la corrupción no termina ahí. Como en la mayoría de los casos estos enchufados por los partidos políticos son personas incompetentes  y no pueden ocultar su incompetencia durante mucho tiempo, al cabo de muy pocos años se ven de patitas en la calle arrojados por sus propios protectores. Es exactamente lo que ocurrió en el caso a que me refería antes. Los mismos socialistas tuvieron que echar a esa persona del puesto en el que la habían colocado. Y ahora viene lo grande: en honor a los servicios prestados, estos enchufaos reciben una patadita de oro, es decir el la pensión máxima posible y sin necesidad de esperar a los 65 ni a los 60 años.

Me duele en el alma tener que decir estas cosas, pero veo que la corrupción de los partidos políticos está echando abajo el proyecto político más importante y más ilusionante de toda la historia de Europa.

 Estas líneas van destinadas también a tantos millones de funcionarios honrados de España y de la UE que tienen que sufrir calladitos la incompetencia de sus jefes puestos a dedo.