La niña del Urriellu

OPINIÓN

21 sep 2016 . Actualizado a las 19:24 h.

Lo más significativo de esta noticia no es el titular que refleja la ascensión y llegada a la cumbre del Naranjo de Bulnes (más de 2.500 metros de altitud) de una niña gallega de cinco años -con ser este hecho noticiable-, sino lo que los padres de Alicia Vega resaltan sobre los objetivos educadores que la culminación de ese esfuerzo representa y de los que la redactora del diario La Voz de Asturias (Mónica Torres) ha dejado breve y enjundiosa constancia en el reportaje.

Estoy convencido, como el padre de Alicia, de que el pasado 5 de septiembre, fecha del ascenso, esa niña ha logrado uno de los estirones de alma más decisivos de su trayectoria vital: el de saber y sentir que al término de un gran esfuerzo se colman los horizontes avistados como la culminación real de un sueño. Al llegar a la cima Alicia dijo muy despacio, casi en sílabas, y varias veces seguidas: No me lo puedo creer. Estoy soñando papá. Que sigas escalando tus sueños con la misma voluntad de lucha, pequeña Alicia, porque como apunta tu progenitor la montaña te está haciendo grande.

A la pequeña Alicia le gustan las montañas y dormir bajo las estrellas. Nunca se perderá en su memoria el día en que las tuvo más cerca, en la cima de una de las cumbres más renombradas de la cordillera Cantábrica. Lo hizo con sus 15 kilos de peso y unos cuantos más de mochila, por la que llaman vía Directa de los Martínez. «Alicia subió bien, se cansó a veces y quiso bajar, pero enseguida remontó», recuerda su padre. Ni él ni su mujer, que acompañaron a la niña, podrán olvidar la crónica de esa jornada en el latido de sus pechos.

Felicito a los tres con estos versos de Walt Whitman: Hoy, antes del alba, subí a las montañas, miré los cielos llenos de luminarias y le dije a mi espíritu: "Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante".

Es lo que cabe esperar del porvenir de la niña del Urriellu, convencido de que su experiencia en esa cumbre le hará valorar algún día esta reflexión de Rabindranath Tagore: "La auténtica meta no es alcanzar la frontera más lejana, sino una perfección que no conoce ningún límite". Desde esas altas soledades, como Alicia ha comprobado, esa perfección se respira más cerca y de un modo más hondo.