Correa, un hombre de fiar

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 oct 2016 . Actualizado a las 08:16 h.

En el fondo, entre los corruptos y los corruptores hay buena gente. Francisco Correa, por ejemplo. Francisco Correa era un tipo, un empresario que se ganaba honestamente la vida con su agencia de viajes y un día se le presentó la oportunidad de hacer trabajos para el Partido Popular. Y se los hizo y ganó mucho dinero, pero su mérito no es el éxito empresarial, sino haberle ahorrado al PP decenas de millones (de pesetas). Lo menos que puede hacer el PP, y así se lo propongo, es poner un busto de Correa en la calle Génova, con un letrero que diga: «El Partido Popular, a su gran benefactor». No hay tantos ciudadanos en España, creo que ninguno, que hayan prestado tan importante servicio a un partido político.

Entre los corruptos y corruptores también hay gentes de gran discreción. Francisco Correa, por ejemplo. Según declaró ayer, él quedaba con los políticos «y les daba el sobre». No era como Bárcenas, que llevaba una contabilidad paralela, anotaba los pagos a excelentísimos señores, metía los datos en un ordenador y después obligó a borrar ese ordenador e incluso destrozarlo por si estaba allí -injustamente, por supuesto- la prueba de la cobranza de algún padre de la patria.

Entre los corruptos y los corruptores hay gente de lo más normal en el tejido empresarial. Francisco Correa, por ejemplo. Al regalar coches y viajes a un alcalde, al darle un millón de euros a otro señor, no cometía cohecho. ¿Cómo iba a cometer un delito así el benefactor de un partido de gobierno que estaba haciendo una, grande y limpia a la España constitucional? No. Él había incorporado a sus costumbres los usos habituales: tú me ayudas en mi trabajo y te doy un millón, por supuesto libre de impuestos; tú me has contratado, y te regalo un par de coches, que es mucho más elegante que eso del 3 por 100, costumbre de bárbaros y personal subalterno de provincias.

Y entre los corruptos y los corruptores hay gente de fiar. Muchísimo de fiar. Francisco Correa, por ejemplo. Él se pasaba más tiempo en la sede de Génova que en su despacho y lo dice, no vaya a ser que alguien piense que le llevaban el dinero a casa. Él se lo curraba. La única duda es en qué despacho se refugiaba porque no creo que pasara tantas horas zascandileando por los pasillos. Y después, las exculpaciones: se preocupó de exculpar al Bigotes y a Pablo Crespo y dejó libre de toda sospecha a Mariano Rajoy, porque Rajoy lo largó cuando accedió a la presidencia del PP.

Esto último reclama una apostilla: teníamos razón cuando criticamos el intento de la defensa del PP de anular el juicio. Si se hubiera anulado, nos quedarían dudas sobre el papel de Rajoy. Correa lo ha declarado inocente, quién lo iba a decir? Correa es muy de fiar.