Al reciente vencedor de las primarias en el PSC, Miquel Iceta, le falta el pragmatismo que le sobra al presidente de la Comisión Gestora del PSOE, Javier Fernández. No me cabe duda de que a ninguno de los dos le hace la menor gracia permitir la gobernabilidad de Rajoy, pero el asturiano sabe que en caso de celebrarse unas terceras elecciones, el PSOE se hundiría todavía más y el PP gobernaría sin problemas, con la ayuda, o no, de Ciudadanos. También sabe Fernández que ello supondría el más que seguro sorpasso de Podemos, y la consiguiente pérdida por parte de los socialistas de su condición de líder de la oposición. Si el PSOE pasase a ser la tercera fuerza política, supondría la práctica desaparición del mismo, y se necesitarían muchos años para que volviese a ser tan solo la sombra de lo que fue. Ninguna duda tengo sobre que el gran deseo de Pablo Iglesias, por mucho que siga hablando de pactos de progreso, es que el PSOE no se abstenga y haya nuevos comicios, en los que la formación morada salga reforzada y él pueda ostentar el título de líder de la oposición. ¿Cómo es posible que vayan a caer en su trampa? Que asuman que las urnas han decidido que en estos momentos no toca gobernar, y que hagan una fuerte oposición desde la atalaya privilegiada de ser segunda fuerza política. Como sigan con el dichoso «no es no» los veo ubicados en los escaños del gallinero. Allí donde se sientan las fuerzas meramente testimoniales.