No nos salvará el culo

OPINIÓN

22 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Parecía que avanzábamos y tal vez no tanto. Y no sabemos si es porque no podemos o no nos dejan. ¿Tiene este «bloqueo» alguna intención espuria?. Las fuerzas del gatopardismo nos atenazan para que no haya cambios o, si los hay, que sea en apariencia y no afecten al orden establecido.

Hay tantos factores que nos llevan a quedarnos sentados consumiendo telehipnosis para desconectar de una vida ingrata... Nos agotan física y moralmente y acabamos así, sentados. Y cuando entendemos que estar sentados es abandono y nos consume la vida, y vamos a levantarnos para espabilar, viene un emprendedor y nos vende un cojín de gel para que tardemos más en notar el entumecimiento y podamos seguir sentados más tiempo, absortos bajo la presión de una supervivencia comprometida por la voracidad depredadora del sistema. Cambios «confortables» para una vida que se asienta sobre una pendiente deslizante que desciende hacia la precariedad y la resignación. Confort al servicio del gatopardismo.

Inicialmente no pretendía hacer un alegoría política; no sé hace cuántos meses, si no años, que llevo oyendo el anuncio del cojín de gel en la radio. Pero la situación actual ha acabado por conectar en mi mente ambos fenómenos. Así, si el «agente naranja» era el arma que buscaba el presidente del banco de Sabadell para combatir a Podemos, Susana Díaz y «los jinetes del perro del hortelano» son el cojín de gel que el patriarca González ha puesto bajo el culo, más que entumecido, gangrenado, del PSOE, a instancias de su «primo» Francisco, su colega del Sabadell, y demás socios del gremio.

En este marasmo, no está de más reflexionar sobre nuestra aportación a la solución que nos saque de aquí. En Podemos la reflexión parece una tensión constante, entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales y tal. Aunque a veces se da de forma concentrada, como en la Universidad de Podemos que se celebró en Madrid a finales de septiembre. Asistí a una mesa sobre el futuro de Europa, entre otras, en la que debatían Luka Mesec (Izquierda Unida eslovena), Jorge Costa (Bloco de Esquerda portugués), Miguel Urbán y Tania González (Podemos). Allí se dijeron cosas como que hay que hacer una alianza paneuropea que impugne los tratados de la Unión; que Europa es demasiado diversa como para lograr una acción conjunta y que hay que provocar rupturas desde los Estados; que hay que presionar para democratizar los espacios institucionales desde dentro; y una aportación ecléctica que conciliaba la insumisión y la democratización desde dentro. Podéis jugar a atribuir cada una de estas cuatro ideas a las personas que componían la mesa. No están en orden.

Eso respecto a Europa. Y para lo demás. La diversidad de planteamientos se da en todos los ámbitos de la acción política que Podemos debe abordar, desde dentro y desde fuera; las instituciones y la calle: otro debate candente estos días, como si la transformación de un país pudiera hacerse menospreciando alguno de esos espacios.

Entonces, qué Podemos ofrecer: un cojín de gel de Lampedusa que nos acomode al statu quo; un cojín de faquir, solo apto para culos curtidos en refriegas militantes; un cojín-espejo, para mirarnos el culo y ver si lo tenemos suficientemente rojo o, tal vez, no ofrecer cojín alguno si no queremos ser un producto, sino un proceso en el que la gente participe cotidianamente en función de su inquietud y disponibilidad. Un proceso que atraiga a tanta gente como para empezar a cambiar las cosas de verdad; además de protestar frente a las instituciones, entrar, rescatarlas y ponerlas al servicio del conjunto de la ciudadanía. Estamos demostrando que sabemos hacerlo.

Lo que parece seguro es que un cojín no nos salvará el culo.

¿Y la próxima semana?.

La próxima semana hablaremos del gobierno.