Hoy se abre un tiempo nuevo

OPINIÓN

07 nov 2016 . Actualizado a las 08:44 h.

El tiempo que hoy se abre no es fácil, pero sí nuevo. Porque, si bien es cierto que España sigue siendo difícilmente gobernable, también es verdad que la toma de posesión del Gobierno de Rajoy puso fin a una parálisis parlamentaria que solo nos permitía tratar de las llagas del sistema. El tozudo y espurio intento de frenar el normal desarrollo de dos procesos electorales, en el que las condiciones de bloqueo generadas por los electores fueron elevadas al paroxismo por líderes irresponsables, puso en cuestión la funcionalidad del sistema, además de generar un desorden institucional cuyas consecuencias se harán sentir durante años en nuestra vida política.

Pero hoy estamos en el primer día de un tiempo nuevo, en el que errar en lo grande ya no condiciona el éxito en lo pequeño. Y todas las instituciones políticas y cívicas están obligadas a trabajar con ahínco en los problemas que con tanta parsimonia y con tan gruesos trazos hemos diagnosticado, cuya evolución podrá aclararnos si esta insólita vacación gubernativa ha servido para aprender algo -sobre valores, responsabilidades y funciones del sistema-, o si lo único que hemos hecho es cambiar de cancha -desde la provisionalidad a la normalidad- para seguir la autoliquidación del país en la que llevamos un año intensamente empeñados.

Este tiempo nuevo será especialmente visible en Galicia, donde el fin de la pesadilla de ingobernabilidad del Estado coincide con la inminente investidura del presidente Feijoo y con la enorme sensación de oportunidad histórica con la que se abrió, el 21 de octubre, la décima legislatura. Porque, en medio de una crisis parlamentaria y de gobernabilidad sin precedentes, provocada por la desafección social, el populismo y por la guerra abierta para la conquista de nuevos nichos de voto, el extraño hecho de que los gallegos hayamos tenido tiempo y serenidad para evaluar los resultados anteriores y dar un preciso golpe de timón en las recientes elecciones autonómicas, nos permite ver con esperanza el inicio de esta crucial legislatura.

De ello hablaremos -si la gobernabilidad de Madrid no lo impide- a lo largo de los próximos meses, haciendo hincapié en la idea tan simple como enjundiosa de que un país que tiene que funcionar. Porque, lejos de fiar nuestro futuro a otros, que de una u otra forma cumplirán su deber, debemos preguntarnos si las actitudes y comportamientos propios, de los ciudadanos e instituciones, van a ser favorables al cambio y modernización de Galicia, o se van a seguir enrocando -digámoslo con toda claridad- en el inmovilismo social y económico que tanto frena nuestro cambio y desarrollo. Con esa lupa analizaremos el discurso de investidura que Feijoo pronunciará mañana, en cuyo fondo podremos ver en qué momento político y social nos encontramos, y adónde podemos llegar.