09 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando hablamos de Biomasa como fuente de energía renovable lo asociamos con algo bueno y positivo para el medioambiente, pero que dos empresas como ENCE y Hunosa sean abanderadas de este recurso energético hace saltar las alarmas en mi cabeza. La primera por ser responsable de uno de los mayores desastres medioambientales de la península ibérica, como lo es la prácticamente total desaparición de los bosques atlánticos del Noroeste de España por debajo de la cota de 600 metros de altitud. La segunda por buscar la rentabilidad de la minería del carbón en las explotaciones a cielo abierto, lo que causa una destrucción desoladora del paisaje que nunca se podría justificar por la creación de empleo, cosa que además la minería a cielo abierto ni siquiera hace.

Tratemos de arrojar entonces un poco de luz sobre el tema de la biomasa.

Definición:

1. Cantidad total de materia viva presente en una comunidad o ecosistema.

2.Toda materia orgánica susceptible de aprovechamiento energético.

Nos centramos en la segunda acepción, escrita tal y como la define la propia página del Aula Hunosa de la geotermia y la biomasa. En esa definición hay que diferenciar la biomasa residual y los cultivos energéticos.

-En la primera estaría el biogás procedente de la biodigestión de la materia orgánica, los residuos animales, residuos agrícolas y forestales y lodos procedentes de depuración de aguas residuales urbanas.

-En la segunda las plantaciones de especies forestales de crecimiento rápido dedicadas a ser transformadas en combustible y los cultivos de plantas para la transformación en biodiésel.

Bien, tanto Hunosa como ENCE nos venden las tremendas bondades de la biomasa.

-Frente al carbón y los derivados del petróleo, la baja emisión de óxidos de azufre, disminución de partículas contaminantes (NOx, HC, CO) y el balance neutro de emisiones de CO2, es decir, el que emite en la combustión fue retirado previamente de la atmósfera mediante fotosíntesis en el periodo de desarrollo.

-El resto de bendiciones recurrentes que estas empresas hacen de sus actividades se pueden leer en sus respectivos panfletos de propaganda medioambiental. Quiero destacar el de «evitan los incendios forestales, plagas de insectos y enfermedades vegetales». Es curioso, ya que las plagas y enfermedades son más propias de monocultivos que de ecosistemas complejos como son los bosques y, en cuanto a los incendios forestales...bueno, creo que la mafia del eucalipto sabe mucho de eso.

Ya que ellos no nos hablan de los efectos negativos de este uso, lo haremos nosotros. La experiencia del biodiésel debería darnos algunas pistas. Lo que en un principio abría una esperanza frente a los combustibles fósiles se convirtió en un desastre social y medioambiental incalculable. En el mundo globalizado en el que vivimos, el boom del biodiésel hizo que países del tercer mundo o en vías de desarrollo sustituyeran sus cultivos alimenticios por otros destinados a la producción de biocombustibles, causando subidas en el precio de los alimentos, escasez y hambrunas. Grandes superficies de bosque primitivo fueron taladas para plantar cultivos energéticos. Estos países que poseen la mayor superficie mundial de bosques, que son el pulmón del planeta y albergan su mayor biodiversidad, la sacrificaban para pintar de verde las necesidades energéticas del mundo desarrollado.

Pues bien, con la falacia de la biomasa puede suceder algo parecido. A finales de 2013 bosques del sur de Francia se declaraban «zonas de aprovechamiento prioritario» para la central eléctrica de Gardanne, gestionada por E.ON y que demandaría 850.000 TM de madera por año.

La asociación europea de la biomasa (AEBIOM) indica que más allá de unas recomendaciones del año 2010 y un informe de 2014, la sostenibilidad de la biomasa como fuente generadora de calor o electricidad no es actualmente un asunto tratado en el marco legislativo de la UE. Indica así mismo la intención por parte de la Comisión de establecer una política al respecto dentro del marco 2030 de clima y energía y en la Unión Energética de la EU, cuyo lema reza «haciendo la energía más segura, asequible y sostenible».

Mientras esto sucede, Amigos de la Tierra advierte de la necesidad de limitar el uso de la biomasa como fuente de energía. Señalan que «de no establecerse topes y criterios en su definición, la biomasa implicaría un uso excesivo de tierras cultivables y forestales...si duplicara en 2030 su uso actual, sería necesario emplear el terreno equivalente a las superficies de Suecia y Polonia para aportar cultivos y material forestal...su utilización masiva implica un uso del suelo desmesurado e insostenible...el uso de la biomasa debe ser moderado y restringido con el fin de garantizar que se usen exclusivamente residuos forestales y agrarios».

Asturias es una región bendecida por la naturaleza y maldecida con un modelo económico basado en expoliar y no en preservar. Se apuesta por grandes inversiones que crean necesidades que no existían y que terminan siempre atentando contra nuestro mayor valor, la naturaleza. La necesidad de dar actividad a la mega ampliación del Musel hace que se relajen las normativas medioambientales para que las empresas fijen en él su actividad? se permite que nubes de partículas nos envenenen, que ENCE siga sustituyendo bosques por plantaciones de eucalipto con el compromiso de sacar su pasta de papel por el megapuerto asturiano y no por Ribadeo... Si se permite a HUNOSA y ENCE seguir con sus proyectos de biomasa forestal, estaremos acelerando nuestro viaje al abismo, hacia una Asturias arrasada.

La mejor energía es la que no se consume. Todas nuestras políticas energéticas se deben centrar en el ahorro y la eficiencia. La biomasa debe ser un recurso limitado exclusivamente a los residuos. Se debería regular además para cogeneración, cuyo aprovechamiento principal es el calor resultante de la combustión , y que generan electricidad de forma secundaria. Aquí, la eficiencia energética llega al 60% frente al 35% de las centrales eléctricas de biomasa, las cuales al proveerse principalmente de cultivos forestales deberían además restar la energía empleada en los trabajos de preparado, plantado, tala y tratamiento de las plantaciones.

Por todo esto, creemos que la biomasa como combustible debe ser siempre procedente de residuos y dedicada a cogeneración. Los Ayuntamientos podrían regular el tratamiento de residuos procedentes del cuidado de parques y jardines, desbroces de caminos y restos orgánicos de origen doméstico para su uso en calderas de biomasa que alimentaran instalaciones municipales. Así mismo, las empresas forestales podrían transformar los residuos de su actividad en combustible, pero con un control estricto que asegure que no es esta la finalidad principal de la actividad