Castigo a la crisis, indulto a la corrupción

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

08 nov 2016 . Actualizado a las 08:08 h.

Cuando se efectuó el trabajo de campo del Barómetro del CIS que hoy publica La Voz, comenzaba el juicio de la Gürtel y desfilaban ante las cámaras personajes que habían trabajado para el Partido Popular. Al mismo tiempo, el Partido Socialista sufría los dolores del Comité Federal que provocó la dimisión de Pedro Sánchez. Cuando se hacían las entrevistas, Sánchez ya no era secretario general. En ese ambiente, el PP de la Gürtel subía punto y medio en intención de voto y duplicaba al PSOE de la crisis, que bajaba casi seis puntos. Nunca se había visto tal diferencia entre ambos partidos de gobierno. A simple vista, la sociedad perdonaba un antiguo caso de corrupción y castigaba la crisis interna de un partido. Dicho de otra forma: las crisis de los partidos se pagan más caras en las urnas que los episodios de corrupción. Infinitamente más caras.

El hundimiento socialista es evidente. Si desde el 2011 venía cosechando «los peores resultados de su historia», ahora ha tocado fondo. Da la impresión de que se queda solo con los votos que nunca le fallarán aunque se hunda el mundo. No sabemos qué habría ocurrido si aquel sábado no se hubiera visto el espectáculo que se vio, o si el Comité Federal no hubiera provocado la dimisión de Sánchez. Tampoco tiene mucho sentido especular con eso. Lo único cierto es que, como diría Manuel Iglesias Corral en su famoso «pasou o que pasou» y el PSOE ve acelerada su caída y esta encuesta del CIS es la humillación que le faltaba para desmoralizar a toda la organización, desde la Comisión Gestora al último militante.

¿Tiene solución? Nadie lo sabe. Desde luego, si se confirma lo que ayer se publicó -que Sánchez maniobra con sus fieles para adelantar el congreso y que los vencedores del Comité Federal maniobran a su vez para apoyarse en los castigados por Sánchez-, no se hará otra cosa que hurgar en la herida y tentar la escisión. Añadan a esta circunstancia las dificultades de relación con el PSC, otro que tal baila, porque ha perdido un millón de votos en su territorio catalán. Y sumen la pérdida de imagen de izquierda que supondría avalar el techo de gasto y los presupuestos del Gobierno Rajoy, y será fácil llegar a la conclusión de que el PSOE está en riesgo de descomposición. Sería una desgracia política para este país, pero una desgracia posible.

De todas formas, ¿alguien se asombra del derrumbe socialista en aquellos días aciagos de octubre? Lo milagroso es que no haya perdido mucho más. Lo milagroso es que, después del lamentable espectáculo visto en la calle Ferraz, el PSOE conserve todavía casi cinco millones de votos. Si es así, no se sabe cuánto tiempo necesita, pero todavía se puede salvar. Pero le falta el salvador.