17 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La victoria de Trump en las elecciones de EEUU está siendo analizada, una vez más, desde el punto de vista interesado y facilón por políticos y ciertos medios empeñados en buscar conexiones surrealistas e indecentes entre el magnate y aquellos que denuncian las barrasadas cometidas por los partidos tradicionales. Hay que tener el rostro de piedra, ser un desalmado bastante ignorante o padecer escasez de memoria. No hace falta ser de un partido determinado, cada vez más la gente empieza a darse cuenta que detrás de las palabras de un político no hay nada, excepto el arte de mentir.  Ahora la consigna de los poderes fácticos es desprestigiar a todo aquel que se atreva a criticar y cuestionar el sistema neoliberal, verdadero culpable de todos los males que llevamos sufriendo y todos los que vendrán como sigan mirando para otro lado y tratando a la gente como basura. Que a nadie le quepa duda que ese neoliberalismo salvaje copiado de EEUU y que introdujo en la Unión Europea Margaret Thatcher, MATA, directa, indirectamente, rápido o lentamente, MATA. La avaricia de los poderes fáctico-financieros nos llevan  al abismo sin que se les mueva un músculo, disimulando, mintiendo, despistando, manipulando todo lo posible para que los verdugos parezcan hombres de estado y una gran masa de víctimas, culpable de sus desdichas. 

¿Quién es realmente el señor Trump? Desde luego que es un fascista, racista, misógino, acosador, autoritario, excluyente, sí, es realmente vulgar y repugnante. En Europa tenemos unos cuantos especímenes con el mismo argumento xenófobo y racista, con esa defensa a ultranza de lo privado. Quién no recuerda a la señora Esperanza Aguirre besando el suelo que pisaba aquel mafioso de Eurovegas, tan parecido al señor Trump, qué dispuesta estaba a  cambiar nuestras leyes para beneficiar a semejante tipejo; por no hablar de su batalla por acabar con la sanidad pública madrileña y ponerla al servicio de un negocio de amiguetes. Cómo no reconocer ese estilo zafio, ignorante, hortera y sinvergüenza de la trama Gürtel, qué decir de la señora Botella vendiendo viviendas públicas a fondos buitres, en otro país más serio estaría en la cárcel. Y el señor Aznar aliándose con Bush (otro Trump) y Tony Blair, cuyas ganas de  enriquecerse vencieron todos los obstáculos éticos y morales para invadir y entrar en una guerra ilegal  y repugnante. ¡Vaya, que el estilo Trump ya lo conocemos! No ha llegado de Marte, ni es un antisistema, al contrario, es la marca insigne del neoliberalismo que tanto defienden algunos, único sistema que existe en EEUU: demócratas que se corresponden con la derecha conservadora, o republicanos, claramente  de ultraderecha. El señor Trump pertenece al establishment, igual que Hillary Clinton, es hijo de ese estúpido y falaz «gran sueño americano» ese que han exportado a lo largo y ancho del planeta y que la industria hollywoodiense mitificó hasta la saciedad, resolviendo que no hay nada que no consiga un pistolero de gatillo fácil y unos colonos aguerridos en busca de las mejores tierras y, de por medio, siempre los indios malos, malísimos que, mira tú por dónde, ya poblaban ese territorio desde hacía miles de años. Pero la historia de EEUU empieza hace apenas doscientos años, con una biblia y un revólver y ese eslogan que rezaba algo así: «El primero que llegue se queda con el mejor trozo de tierra». Pero se olvidaron de decir que ese recorrido hasta alcanzar el codiciado terruño solo era apto para los más fuertes, aquellos dispuestos a pegarle un tiro a todo el que se pusiera por delante.

Como decía Vicente Verdú hace ya veinte años en su lúcido ensayo El planeta americano, «los americanos son vendedores excelentes. Han alcanzado a vender su sistema hasta hacerlo creer la encarnación del futuro, pero, de hecho, Estados Unidos carece de proyecto humano para el porvenir». Y es que EEUU está concebido si un ápice de solidaridad, es un país antihumano como mandan los cánones neoliberales: no tendrás derecho a nada que no puedas comprar y lo terrible es que todo está en venta: la salud, el aire, educación, libertad, justicia, vida, muerte, y el miedo, ese gran miedo inyectado en vena vertebrando la sociedad estadounidense, tan rentable para acatar la ley del más fuerte, ya sea pistolero, traficante, predicador, magnate, charlatán, depredador? El Neoliberalismo siempre produce los mejores «cerdos»