La gran diferencia ahora mismo entre los colaboradores de Sálvame y los de La Sexta Noche es que los primeros tienen muchísima más experiencia en pelearse en directo. Y ni los espectadores sufren, ni los presentadores, ni mucho menos los directores del programa. El bochornoso espectáculo al que, en cambio, empiezan a someter al público desde La Sexta produce la desazón incómoda de la vergüenza ajena y el deplorable resquemor del desengaño. Porque a priori una no espera que gente tan habituada a dar lecciones en la universidad, en el Congreso y en los platós acabe zarandeándose y dándose mamporros como cualquier piltrafilla a la salida del bar. Pero a Bescansa y a Inda les va la marcha y consiguieron el sábado pasado uno de esos momentos televisivos por un rifirrafe personal. El presentador Iñaki López, bregado en desencuentros ideológicos, puede ir haciendo pronto un máster con Paz Padilla para lo que le viene, si quiere dominar el gallinero que tienen montado. El sábado intentó cortar en un segundo el ataque a Eduardo Inda, pero lo que no pudo evitar sorprendentemente es que fuese el propio Inda el que nos desvelase, sin ningún pudor, sus desavenencias con su exmujer y su divorcio a lo guerra de los Rose. Con este nivel de debate y con tanto enervamiento selvático toda la semana, no les extrañe que el lunes lleguen al trabajo con ganas de morder a alguien. Es la política natural.