La visión de Estado de Javier Fernández

OPINIÓN

19 dic 2016 . Actualizado a las 08:25 h.

Después del enorme vapuleo que le hemos dado al PSOE de Sánchez durante un año tan largo como intenso, y cuando el tiempo ya nos ha dado la razón en todos los términos y sentidos, sería muy injusto que dejásemos a Javier Fernández a su propia bola, y que no destacásemos, cuantas veces haga falta, la visión de Estado que está demostrando y el giro patriótico que, merced a la reorientación del PSOE, le está imprimiendo a la política española.

El último detalle conocido de este político discreto y meticuloso que preside la gestora del PSOE es que está pactando con el PP el perímetro posible de la reforma constitucional, y que, lejos de ponerle un puente de plata a los populistas que querían demoler la transición y generar una España tan incierta como inestable, se presenta dispuesto a coprotagonizar una reforma constitucional tan amplia como sea conveniente y tan limitada como para mantener las estructuras fundamentales del sistema y la idea de un Estado seguro y avanzado en el marco de la UE.

El PSOE, es cierto, puede aprovechar este giro de Fernández para recuperar su centralidad en el sistema, para poner distancia electoral y política con los populismos y para redefinirse como la alternativa realista y posible a los Gobiernos del PP. Pero todos los que hemos apostado por la recuperación de tales posiciones y compromisos, lamentando la catastrófica y egoísta gestión de Sánchez, debemos alegrarnos muy sinceramente de las venturas que puedan obtener los socialistas de este giro estratégico tan inteligente como honrado. Pero, más allá del éxito de esta perspectiva, pragmática e interesada, hay que destacar que la vuelta del PSOE a su cultura institucionalista y socialdemócrata significa, en caso de consolidarse, el fin de la crisis política y sistémica generada por la grave crisis social y económica que nos afectó, y la vuelta de España a los parámetros de gobernabilidad, estabilidad y desarrollo creados durante la transición.

Los grandes problemas del momento -el independentismo, la financiación de las autonomías, la modernización territorial administrativa y financiera de los municipios, la finalización de la crisis social y económica, la reorientación de la UE y la recuperación del papel de España en la política internacional- también tienen un pronóstico favorable si las responsabilidades de Estado son dialogadas y, en su caso, compartidas, entre el PP y el PSOE. Y por eso resumo lo que siento y razono en que, si usted recoge todos los improperios y descalificaciones que le he propinado a Pedro Sánchez y a su PSOE -que fueron muchos y muy graves- y los sustituye, en clave laudatoria, por sus antónimos, tendrá una idea bastante aproximada de lo que pienso sobre Javier Fernández: que es un político providencial para este momento, al que le deseo el mayor de los éxitos.