Noticias falsas

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

26 dic 2016 . Actualizado a las 11:24 h.

El buen periodismo estadounidense se sigue preguntando todavía, con cierto rubor, si ha cumplido con su deber, no solo al divulgar información cierta en el período de la campaña electoral, sino al consentir que un periodismo amarillo, preferentemente digital, haya dañado ámbitos propios de la veracidad y de la democracia.

La realidad es que demasiadas informaciones adulteradas o ficticias se han divulgado como noticias ciertas desde sitios web y otras plataformas durante la campaña electoral. Y casi nadie se fijó en lo que estaba ocurriendo, hasta que llegaron los resultados. Entonces empezó una reflexión tibia y tardía, para llegar a la conclusión de que Trump se benefició de una cobertura digital y de televisión excesiva y acrítica, que en ningún momento investigó sus relaciones comerciales o su propia biografía, de sobra conocida. Fue como si este periodismo se hubiese incorporado al negocio de la novedad-espectáculo y no al del rigor informativo. Algo de lo que muchos se dieron cuenta demasiado tarde… y algunos aún no se han percatado de ello.

Periodistas de prestigio han llamado la atención sobre lo ocurrido, pero no han sido capaces de prevenirlo a tiempo ni de calibrar la profundidad del mal. En realidad, la reflexión aún no ha hecho más que empezar. Pero es seguro que lo acontecido tendrá su deliberación y su análisis. Porque ha desbordado el buen periodismo que, sorprendido y desarmado, fue arrollado por manipuladores interesados que conocían perfectamente las posibilidades de su negocio. ¡Sorpresas del mundo digital, en el que cabalgan avezados jinetes de un interés propio, por completo ajeno al periodismo riguroso! Muchas de sus primicias lo eran ciertamente, pero no siempre eran verdades, es decir, no incluían ni respetaban las normas éticas del buen periodismo.

Nadie duda de que el periodismo digital ha venido para quedarse -e incluso para imponerse-, pero, si quiere gozar de credibilidad, habrá de ganársela cada día con el respeto a unos códigos deontológicos que, casualmente, son los del periodismo de calidad. Emplear el ciberespacio para investigar, producir y difundir contenidos informativos no cambia esta exigencia profesional.