Pensiones, primera realidad del año

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

03 ene 2017 . Actualizado a las 08:21 h.

Los miembros del Gobierno harían bien en contener sus afanes propagandísticos cuando venden algunas de sus decisiones. La de limitar la subida de las pensiones a un 0,25 por ciento, por citar un ejemplo de actualidad. Si en su día hubieran evitado presentarla como una garantía del mantenimiento de la capacidad adquisitiva de los pensionistas, ahora se habrían evitado el bochorno de ver cómo se recuerdan sus palabras. La titular de empleo, señora Báñez, y el titular de Hacienda, señor Montoro, entre otros, se vieron obligados a vender el estado de felicidad en que se situaba a los pensionistas con ese cuartillo de punto y no se les ocurrió pensar que algún día podría subir el petróleo, y con él todo el índice de precios, y ahora se encuentran con que sus palabras se recuerdan porque se produjo lo contrario de lo anunciado: el IPC subió 1,50 puntos en el 2016 y las pensiones suben un 0,25. Pierden poder de compra, igual que los funcionarios y bastantes asalariados. Y algo peor: solo con las subidas de precios regulados con que comienza el nuevo año, son -somos- en la realidad más pobres que hace un mes. Es la lógica de la pequeña economía.

Me fijo en el discurso de los ministros porque es lo más visible, pero el problema es bastante más profundo. El problema es, ni más ni menos, que saber si con ese ínfimo 0,25 por ciento (¿para cuántas pensiones supone un aumento de solo un euro mensual?) se garantiza la supervivencia del sistema. Y la respuesta es dolorosa: no. Lo que queda en la hucha da, como máximo, para una paga extraordinaria. El Gobierno ya está pensando en la emisión de 20.000 millones de euros de deuda pública para poder pagar el importe del año. Esa cantidad es el 2 % del PIB del año, sin contar los intereses a pagar y sin pensar que es un dinero que hay que devolver. Repítase el procedimiento en el año 2018 y siguientes y veremos qué bola de nieve se está fabricando.

Ese es el drama, y no vale hacer electoralismo alegando que este Gobierno no baja ni congela las pensiones (discurso oficial más frecuente), ni vale hacer populismo recreándose demagógicamente en la capacidad adquisitiva perdida, que es lo publicado estos días y que repetirá alegremente la oposición. ¿Se deja todo al albur de que se creen medio millón de puestos de trabajo en los próximos doce meses? ¿Se convocará el Pacto de Toledo para solucionar el déficit de la Seguridad Social por vía de nuevos impuestos? Si todos los partidos tuviesen algo más de responsabilidad, no estarían entretenidos en conspirar para ver cómo tumban las reformas de Rajoy, sino en estudiar cómo vivirán los pensionistas presentes y futuros después de un año que promete volver a altos niveles de inflación.