Pablo Iglesias en caída libre

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

11 ene 2017 . Actualizado a las 09:11 h.

Se veía venir. Pablo Iglesias ya no es intocable en Podemos. Si hay algo peor que llevarse mal con tus enemigos, es estar continuamente tirando trastos a las cabezas de tus amigos. Tanta prepotencia dentro de su propia formación motivó que los errejonistas acaparen el 40 % del apoyo de la militancia y un tercio del consejo ciudadano del partido. En tres años de vida política pasó de ser una gran promesa a estar considerado el segundo líder peor valorado. Es el tributo que debe pagar por su permanente actitud irrespetuosa desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. Al principio, muchos lo consideraban savia nueva que vendría bien. Hoy es tan casta como el que más. No se podía salir de rositas tras acusar a Felipe González de tener «las manos manchadas de cal viva», entre otras muchas barbaridades que salieron de su boca. Gracias al exmandatario socialista, y a tantos otros como él a los que tacha de dinosaurios, Iglesias puede estar donde está y decir las cosas que dice. Su desgaste es fruto de sus propios errores, y no de aciertos de terceros. Tenía todo a su favor para que su ascensión durara lo indecible, pero le perdieron las formas. No se percató de que ya no tiene como ocupación exclusiva manipular a jóvenes estudiantes universitarios en asambleas controladas por los suyos. Lo de ahora es más serio, y la ciudadanía se percata de ello. La ciudadanía y sus propios correligionarios, que empiezan a estar hartos de las purgas del incipiente Stalin que está emergiendo en la formación morada.