La calle de Mario

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

15 ene 2017 . Actualizado a las 10:07 h.

Hay tantas historias que acaban mal que cuando una remata como debe es fácil entender qué deliciosa puede ser la justicia cuando se pone poética. A Mario Soares, a quien la grandilocuencia de las pompas fúnebres convirtió estos días en el fundador del Portugal moderno, le han puesto una calle en el pueblo en el que nació Salazar. Antes de los claveles, el dictador portugués intentó doblegar el ímpetu demócrata de Soares con los recursos tradicionales: la cárcel y el destierro. El socialista se opuso al Estado Novo del sátrapa hasta que el 28 de abril de 1974 conseguía al fin regresar de su exilio francés. Llegó a Lisboa en tren, a bordo del Comboio da liberdade, y enseguida apuntaló una biografía que lo dejará para siempre en el lado blanco de la historia. Cuatro años antes, su carcelero había padecido una agonía miserable, engañado por ministros que fingían despachar con él cuando las riendas de una dictadura que agonizaba ya estaban en otras manos. Soares disfrutó de una vida larga y de una lucidez crepuscular que le permitió censurar la deriva de la socialdemocracia cuando el desastre económico empezaba a devastar Europa. Con esto hubiese sido suficiente para reconocer que a veces la vida le da a cada uno lo que se merece, para contrarrestar tantas biografías de tiranos rehabilitados, para que destacaran en rojo todos los impostores que nunca pagaron por sus pecados cívicos y que un día se acostaron firmando sentencias de muerte y amanecieron como estadistas admirables. 

Las vidas de Soares y Salazar se volvieron a cruzar esta semana. Las autoridades de Santa Comba Dão, una villa mediana de la zona de Viseu, decidieron dedicarle una calle al gobernante muerto. Consideraron una vida de servicio a la libertad. Santa Comba es el lugar en el que nació Salazar. La memoria del hombre que él quiso aniquilar cruzará para siempre sus orígenes. Años antes, Soares rebautizó el majestuoso puente que introduce a Lisboa en el estuario del Tajo. Se llamaba Salazar hasta que se le puso 25 de abril. Soares va ganando en la historia. Y en el callejero.