Un peligro llamado Sánchez

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

31 ene 2017 . Actualizado a las 08:56 h.

Hace solo cuatro días, el militante socialista don Pedro Sánchez era un cadáver político para multitud de analistas que pueblan las páginas de los periódicos. La doctrina dominante ayer mismo entre los mismos analistas y tertulianos era que Pedro Sánchez podía ganar las primarias del Partido Socialista. No otro Pedro Sánchez, sino el mismo de siempre, el que prácticamente había sido lapidado en el Comité Federal de triste memoria. En consecuencia, una pregunta se convirtió en la gran intriga política de este país: ¿y si es cierto que gana?

Un temblor recorrió la espina dorsal de los socialistas que en su día celebraron su forzada dimisión. Pues, si ganase, ocurriría algo parecido a lo siguiente: que la militancia, a la que Sánchez apela como el poder definitivo del partido, se habría rebelado contra el aparato una vez más; que en los oídos del señor Rajoy volvería a sonar el grito de «no es no», que es la ideología básica del candidato retornado; que se produciría una maniobra de acercamiento a Podemos y de Podemos al PSOE, si dentro de dos semanas hubiesen ganado las tesis de Errejón; que la izquierda así enlazada empezaría a hablar con el soberanismo catalán y posiblemente alcanzarían algún acuerdo para pactar un referendo; y que una parte del PSOE, la más constitucionalista, se rebelaría contra esa política y el partido se rompería en un cisma histórico.

No es política-ficción. Es un cálculo de posibilidades derivado de las declaraciones y posicionamientos anteriores de los actores políticos que acabo de mencionar. Por eso, la contienda que plantea Sánchez, presumiblemente frente a Susana Díaz, no será solo personalista; será una contienda que en la que se dirimirá el modelo de socialdemocracia. Y los indicios no son los mejores para el modelo que hasta ahora hemos conocido en España. Según el presidente de la Gestora, Javier Fernández, el PSOE de Pedro Sánchez se estaba «podemizando». Y, si miramos el panorama europeo, lo que vemos es que en el Reino Unido ganó el sector radical, que es el de Jeremy Corbyn, y en Francia acaba de ganar Benoit Hamon, que es también el sector más izquierdista del partido francés. Cuestión distinta es lo que ocurra después en las elecciones legislativas o presidenciales. Pero los indicios apuntan a una solución de más izquierda para la crisis de identidad que sufre el socialismo europeo.

Eso es lo que la resurrección de Pedro Sánchez pone sobre la mesa: posiblemente una revolución que afectará a la composición del mapa de la izquierda. Pero antes me temo que habrá que pasar una penitencia: perder las siguientes elecciones aunque el PSOE se mantenga unido. Y, si obligan a Rajoy a adelantar las urnas, una debacle mucho peor.