Trump y sus desvaríos

Ignacio Bermúdez de Castro Olavide PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

02 feb 2017 . Actualizado a las 09:38 h.

Hay que reconocer que el presidente Donald Trump es un hombre de palabra. Está cumpliendo una por una todas las atrocidades que prometió en su campaña electoral. Es lo bueno que tiene ser el mandamás de la primera potencia mundial. Anuncia que la tortura es efectiva, y que pretende utilizarla para acabar con los malos, y los organismos internacionales hacen mutis por el foro. Estamos asistiendo al que seguro que será uno de los espectáculos más lamentables del siglo XXI. Apenas se escucha a otros líderes mundiales poner el grito en el cielo cuando restringe los derechos de los inmigrantes. La tortura está absolutamente prohibida en la legislación internacional, pero eso a Trump poco parece importarle. Él va por libre. Mantengo un pequeño resquicio de esperanza acerca de que la élite republicana lo frene, aunque imagino que de ser así pronto volverá a las andadas en su afán de convertirse en el gendarme del mundo. «La tortura sí funciona. Siento que funciona absolutamente», afirma el presidente norteamericano. Eso mismo lo pensaban Stalin y Hitler. Y es que, insisto, Trump va con la verdad por delante. Así da gusto. Que luego ningún mexicano o musulmán se llame a engaño si le someten a un waterboarding -práctica que simula el ahogamiento del sospechoso- o le encierran en un agujero negro ubicado en cualquier lugar del planeta, por el simple hecho de tener aspecto de sin papeles o islamista radical. Hecho en falta que Rajoy no sea más contundente en sus críticas al proceder de Trump. Al escucharlo no se sabe si lo critica o se limita a darle un voto de confianza.