Vivir de la política es tan peligroso como vivir de la droga

OPINIÓN

09 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El paro, la corrupción y el fraude, los problemas económicos, los políticos y los partidos en general y la sanidad suelen ser, por este orden, las principales preocupaciones de los españoles. Es curioso que ni la droga ni el narco aparezcan entre lo que más nos preocupa y sí aparezcan los políticos. Y, sin embargo, el narcotráfico está mucho más castigado que el ejercicio de la política. 

Pero no toda política es adicción. Conviene distinguir, como hace Max Weber, entre vivir para la política -casos excepcionales- y vivir de la política -la mayoría de los casos-. Lo peligroso es esto último, peligroso para el mismo político y peligroso para la sociedad.  Vivir de la política crea tanta o más adición que la droga. Raras son las personas vividoras de la política que libremente se desenganchan. Creo que se cuentan con los dedos de la mano. 

Pero no todos los políticos en activo viven de la política. ¿Quién vive de la política?  En unos casos está clarísimo.

a) Vive de la política el que en su vida no ha hecho otra cosa. Se enroló de joven en un partido y ahí ha seguido toda la vida. Se ha acostumbrado al dinero fácil, como el narco, y no se ha desenganchado.

b) También vive de la política quien anteriormente ganaba 1.000 euros y ahora como político lo está duplicando, triplicando o incluso multiplicando por diez.

c) También vive de la política quien, aunque no esté como político liberado, sin embargo está cobrando unas «dietas de banquero» por asistir, la mayoría de las veces prácticamente de oyente, a las reuniones de los ayuntamientos.

No viven de la política sino noblemente para la política, quien previamente ha demostrado que sabe hacer otras muchas cosas. Quien previamente estaba ganando seis u ocho mil euros no está viviendo de la política porque ahora gane 5 mil. No están viviendo de la política los miles de alcaldes y de concejales de pueblos pequeños que ni siquiera cobran dietas. No están viviendo de la política los militantes de base de los partidos políticos, aunque indirectamente estén contribuyendo a que los jefes de sus partidos sí que vivan de la política. 

No es solo el dinero fácil y la adición en lo que se asemejan el narco y el político, con el consiguiente peligro de que utilicen cualquier método para no cambiar de vida. Si el narcotraficante se sitúa fuera de la ley, el político está por encima de la ley. ¿Habéis visto a muchos políticos que hayan sido condenados por la justicia? ¿Y cuántos han terminado en la cárcel aunque hayan sido condenados? Al narcotraficante se le puede juzgar si se le pilla. Al político, ni siquiera se le pilla, porque no se le persigue. 

Son muchas las conclusiones que podríamos sacar de esto, pero quiero limitarme a una pocas.  El auténtico político es el que vive para la política, no el que vive de la política.  Permitir que se presenten a cargos electos remunerados a personas menores de 30 años es condenarlos de por vida a mendigar cargos en la política. A las pruebas me remito. Se utilizará cualquier argumento para mantenerse en el poder. Se cambiarán los estatutos del partido, incluso la ideología. Una vez que se ha probado el dinero fácil, nadie se retira de la política por propia iniciativa. Más peligroso es aún permitir que una persona en paro se presente a un  puesto político remunerado y, sobre todo, si esta persona en un joven en paro. Es evidente que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y a un subsidio del paro, pero ya va siendo hora de que los partidos políticos dejen de ser empresas de colocación. Muy poca estima parecen tener los partidos de los cargos electos cuando incluyen en sus listas personas que no han demostrado nada en sus vidas.

Vivir de la política es más perjudicial para la sociedad que el narcotráfico. Un político vividor es tan peligroso que un narcotraficante.