¡Cuidado con la inflación! ¿O no?

Alberto Vaquero TRIBUNA

OPINIÓN

16 feb 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

Atenor de las últimas noticias, parece que la inflación será una de las protagonistas económicas del 2017. Tras los dos últimos ejercicios económicos en los que nos hemos beneficiado de tasas muy moderadas, e incluso vivimos con la espada de Damocles del riesgo de deflación, todo ha cambiado. El IPC interanual en enero del 2017 ha ascendido hasta el 3 %. Tenemos que remontarnos a octubre del 2012 para observar un dato similar. Y todo esto a pesar de que el IPC de enero es contenido gracias a las rebajas después de la Navidad.

Es cierto que la cesta de productos con la que se construye el índice ha cambiado, pero no parece que sea la responsable de esta subida en el nivel de precios. La justificación hay que encontrarla en el mal comportamiento del precio de los carburantes y de la energía eléctrica y, adicionalmente, de sus efectos colaterales sobre otras partidas. Nadie duda que el incremento de los combustibles afecta al transporte y el precio de la luz a la vivienda. Se trata de gastos interconectados y, al igual que una fila de fichas de dominó, si tocamos una, se mueven varias. Eso sí, ahora habría que determinar si este incremento del IPC será coyuntural, lo cual dentro de lo malo no lo es tanto, o si presenta una componente estructural. Y esto último no es nada bueno.

El efecto del aumento del consumo de energía se va a dejar sentir al menos en los próximos meses, hasta que se pase la ola de frío, siendo esta situación de naturaleza coyuntural. El problema es el vector estructural. En marzo del 2012, el precio del barril de petróleo se situaba en 93 euros. A partir de este momento, no dejó de caer, llegando a 24 en enero del 2016. Pues bien, en un solo año ya ha pasado a 49 euros, una subida del 104 %. Unido a lo anterior está el problema del precio de la energía eléctrica, que en tan solo un año ha pasado de 0,096 euros el kilovatio hora a 0,126, un incremento del 31 %. A tenor de esta evolución, España tiene un grave problema en materia de dependencia energética y el IPC está avisando de que algo tenemos que hacer.

Hay una parte positiva, ya que es de esperar que la inflación se contenga cuando la demanda de energía se reduzca. Aun así, que a estas alturas tengamos un índice tan alto no es bueno para la financiación del sector público, que desde hace años se viene aprovechando del viento de cola que le supone la bajada de los tipos de interés. Veremos ahora si nos podemos seguir beneficiando del buen comportamiento del precio de los carburantes y del recurso al crédito barato. Eso sí, escapemos de volver a poner sobre la mesa la moderación salarial para reducir el IPC. Ya se ha pedido mucho a los trabajadores con la excusa de la crisis y nuestra competitividad no puede venir, nuevamente, por la contención o reducción salarial.