Sombras oscuras

OPINIÓN

01 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En los años 60, hubo dos personajes que en los EEUU, en Europa y en el mundo entero, protagonizaron las portadas de todos los periódicos, y con los que también abrían los telediarios cada día con sus fotografías. Fueron John Fitzgerald Kennedy y Martin Luther King. El primero de origen irlandés y primer presidente católico de los EE.UU, el segundo negro de origen africano y pastor de la Iglesia bautista.

Uno puso la meta en la Luna. La conquista del espacio. El otro, en la igualdad de los derechos entre negros y blancos. Ambos jugaron sus cartas. Ambos tuvieron éxitos, poder, lucharon por hacer más grande su país en frentes tan distintos, que no distantes.

Todo eso es HISTORIA. Forman y han escrito una de las páginas más brillantes de la Historia de los EE.UU de América. Todo con el mínimo detalle, querido lector, puedes encontrarlo ampliamente recogido en cualquier enciclopedia de la época o en multitud de enlaces, HOY,  en  Internet.

Yo, quiero llevaros con mis lágrimas de este miércoles 8 de febrero de 2017, día del espectador, a otras protagonistas.

Las lágrimas que no pude contener y que me aliviaron como a un niño cuando llora de placer.

Ponían en la sala número 7 del espacio multicines que se encuentra en un centro comercial de las afueras de mi ciudad, la película: Figuras ocultas.

Yo había acudido sin información previa, a disfrutar de la película. Me había invitado Nelly, amiga y fan del celuloide. Pensaba ver Nion; pero su hija Claudia, le sugirió ver este tema: Figuras ocultas.

En las primeras imágenes, ya me fui dando cuenta de que no me había equivocado. El título, ya era otra cosa. ¿Por qué Figuras ocultas? Que iba de negros y blancos, era evidente. Que había luchas y enfrentamientos por la igualdad de derechos, tampoco era un gran descubrimiento.

Lo que, escena a escena, esfuerzo a esfuerzo la lucha de las tres protagonistas era coherente y encomiable. Pero, lo que me seguía dando vueltas en la mente, era el título.

El título, tuvo respuesta cuando años después, la Historia puso las cosas en su sitio. Margaret Lee, escribe el libro: Talentos ocultos y ahora el cine, Theodore Melfi, nos recrea la historia de Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson con el título: Figuras ocultas.

Papel escrito y celuloide con títulos atractivos y sugerentes, nos sugieren, a los que aún tenemos un grado de sensibilidad, cómo el talento puede estar marginado y pisoteado en ciertos momentos. Pero, si el dueño en este caso, dueñas, no cesan en su empeño por superar cuantas barreras le salen al paso, acaba siendo útil, acaba ocupando su sitio. Se convierten en FIGURAS. Cierto que fueron ocultas para los suyos y en su tiempo.

Pero el mismo tiempo, acaba poniendo a cada uno en su sitio y, estos tres talentos de etnia afro, y estas tras figuras de mujer de tez morena, acabaron venciendo a hombres, jefes y compañeros de aventura. Y, sobre todo, al astronauta (Coronel Alan Shepard) que sólo despegó cuando revisaron sus datas esos talentos ocultos, esas figuras de mujeres negras.

Desde esta humilde columna, desde mi punto de vista de piel blanca, mi admiración más profunda por tantos y tantos negros que en el país de la democracia perfecta tuvieron que sufrir humillaciones, insultos, maltratos, hasta la propia muerte por conquistar los derechos humanos que el color de su piel, las leyes de algunos estados se negaban a reconocer y recoger en sus propia legislación.

En mi título he mantenido la clave, el adjetivo OCULTOS, pero intencionadamente he cambiado el sustantivo de figuras y talentos por SOMBRAS. Pues, no he leído el libro, en la película aún siendo las protagonistas ante los dirigentes, ante los de al lado, ante la NASA misma eran puras sombras. Eran objetos opacos, sin vida, sin derechos, sumidos en la más humillante vejación como era el tener que desplazarse hasta un kilómetro para poder realizar sus necesidades biológicas.

O tener que recurrir al juez para acudir simplemente a un curso que le habilitara en su especialización y poder ejercer de INGENIERA en el correspondiente programa de la NASA donde ya trabajaba. O, por no alargarme, la supervisora que toda la vida había ejercido tal función y no reconocérsela hasta que ella prepara a las de su raza que iban a quedar en paro por culpa de las computadoras, para llegado el momento tener que la propia NASA recurrir a ellas y reconocerle el ansiado título de supervisora por el que había luchado toda su vida.

La realidad es la que es. Ese grupo humano que es hoy una «mayoría» activa e influyente en muchos campos de la ciencia y la vida social, hasta el presidente de los EE.UU, fueron arrancados de sus tierras africanas para servir de esclavos al «señorito» de los campos del Sur. Después de tantos sufrimientos y luchas: ¿a todos acogen con igualdad, con el mismo corazón, a pesar de su color de  piel?

Mis lágrimas no eran precisamente de emoción, que también. Eran de impotencia, de terquedad, de no ver por encima del color de la piel.

Y, lloraba, sobre todo, por tantos y tantos seres humanos que día a día y, a día de hoy, cruzan fronteras, arriesgan sus vidas en busca de una libertad que el resto de los humanos TANTAS veces les negamos o, muchas veces, les ponemos trabas en su camino de realizarse como personas, de VIVIR su LIBERTAD.

Ellos, la ondean a los cuatro vientos. Una gigante estatua recibe al viajero al llegar a Nueva York. Después, en el discurrir de su estancia: ¿a todos acogen con igualdad, con el mismo corazón?

Quiero seguir llorando. Quiero ser figura oculta. No quiero que mi talento se pierda en el olvido. Quiero para todos lo mejor.

Y, quiero que este sencillo artículo sirva de homenaje a tantas figuras ocultas, a tantos talentos ocultos, a tantas sombras oscuras, a los que no dejaron ni dejan oír su voz.

Katherine, Dorothi, Mary: Gracias, por vuestra LECCIÓN.