Simpas

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

05 mar 2017 . Actualizado a las 09:02 h.

Seguro que el simpa más trascendente de la historia lo protagonizó Adolf Hitler. El 8 de noviembre de 1939 el genocida se fue sin pagar las consumiciones de la cervecería Bürgerbräukeller en la que se había iniciado como el orador habilidoso e hipnótico capaz de conducir a su país al infierno. Himmler, Goebbels y Heydrich lo acompañaron en su huida apresurada hacia la estación de tren de Múnich. La niebla había inutilizado el aeropuerto de la ciudad y alterado los planes de la espeluznante cuadrilla que apresuró su salida de la tasca sin pasar por caja librándose así de la bomba que minutos después estalló en el local. La historia hubiese sido muy distinta sin ese maldito simpa.

Ese puede ser sin duda el más trascendental, pero se podría clasificar al ser humano por el tipo de simpas que hace. El más entrañable es el del amigo que nunca tiene suelto para el fondo o que sincroniza de forma matemática sus impulsos fisiológicos con el momento de pagar. El más terrible es el simpa social al que han tenido que recurrir españoles desbordados por la gran estafa de la crisis. Incluye a quienes no pueden pagar la luz y mueren abrasadas por una estufa y a las morosas para quienes el bochorno de no aportar al regalo de cumpleaños del colegio es un acto de amor a su hijo. 

Luego está ese gran simpa despreciable de quienes durante años especularon con nosotros. El simpa de los bancos, de los corruptos, de los comisionistas, de los que se lo siguen llevando crudo y que han consolidado una sociedad cada día más desigual. Por eso hay que estar atentos a la explosión de simpas populares de estos días. De León hasta Teo. Decenas de personas coordinadas en la estrategia de la estafa. Que actúan con premeditación, disfrutan de lo que no es suyo y desaparecen a la voz de ¡ahora! ¿Les suena?