España va bien, España va mal

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

16 mar 2017 . Actualizado a las 08:50 h.

Estos organismos internacionales que nos escrutan, nos aconsejan y a veces nos imponen sus recetas practican el funambulismo. El último informe de la OCDE se bambolea en la cuerda floja, a derecha y a izquierda, una vela a Dios y otra al diablo, un aplauso por aquí, un abucheo por allá. España va bien porque «disfruta de una sólida recuperación económica». España va mal porque crece la pobreza «por la falta de empleo de calidad que proporcione suficientes horas de trabajo y unos ingresos adecuados».

Asumamos que en España, al igual que en Mongolia o el Perú, hay cosas y gentes que van bien, y cosas y gentes que van mal. Nada tenemos que objetar, por tanto, a que la OCDE o el sursuncorda haga balance de unas y otras, ni a que recomiende preservar las primeras y corregir las segundas. Faltaría más. El problema reside en la falta de coherencia del informe engendrado en el club de los países ricos. No se puede defender la rebaja de sueldos -«moderación salarial», en eufemismo al uso-, una de las razones que le permiten a España ir bien, y al mismo tiempo abogar por la recuperación de «la calidad del empleo» y los «ingresos adecuados», una de las razones por las que España va mal. ¿En qué quedamos, chicha o limoná? ¿Bajamos los sueldos para que España siga yendo bien o los subimos para que España deje de ir mal?

No es la única incongruencia del dictamen de la OCDE. Además de la «moderación salarial», otros tres vientos impulsaron las velas de la «sólida recuperación económica». Dos procedían del exterior y son incuestionables: la política monetaria expansiva del BCE y el bajo precio del petróleo. Pero el tercero no deja de sorprender: «cierta expansión fiscal» en los últimos tiempos contribuyó también al crecimiento económico. Cierto. Los Presupuestos del 2016, elaborados en vísperas electorales, pusieron fin a una etapa de recortes draconianos, el esmirriado gasto público se permitió una cana al aire y una tibia reforma fiscal rebajó un ápice los impuestos. Y eso, poco o mucho, se notó en la economía española. ¿Pero no nos habían repetido hasta la saciedad -la OCDE, el FMI, Bruselas, el Gobierno- que la recuperación era fruto de la austeridad y que la expansión fiscal nos conducía a la bancarrota?

¿Aprendimos, al menos, la lección? Pues no sé qué decirles. Por un lado, la OCDE afirma que las ayudas a las familias son escasas, la política social ha sido abandonada, la pobreza infantil en España (23,4 %) duplica la media de los países ricos, el paro sigue en tasas escandalosamente altas. Y por otro lado, el mismo informe de la OCDE propone que se eliminen las pensiones de viudedad y orfandad, salvo en casos de extrema necesidad. Así pues, como el camarero está en las berzas, sírvanse el plato que más les guste.

Y una última cuestión: deberíamos utilizar, y yo el primero, la palabra España con más tino. Si los trabajadores, que son mayoría, no disfrutan «de una sólida recuperación económica», ¿podemos afirmar que España «disfruta de una sólida recuperación económica»?