Todos, culpables del fracaso

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

17 mar 2017 . Actualizado a las 08:41 h.

Nunca un simple decreto resultó tan desastroso. Y, además, en todos los aspectos: en el económico, porque si no se liberaliza la estiba, España tendrá que pagar una multa diaria de 134.000 euros; en el europeo, porque el fracaso en la votación de ayer echa por tierra la imagen de estabilidad que Rajoy predica en España y en Bruselas; y en el político, porque se ha demostrado la debilidad del Gobierno, incapaz de convalidar una norma de segundo nivel y de negociar con éxito un pacto. También se ha demostrado la escasa disposición de la oposición a un gesto de generosidad en un asunto que tanto interesa a la economía nacional.

A la hora de juzgar lo ocurrido, solo cabe el resumen del título de esta crónica: culpables, todos. Culpables los estibadores, porque se les hizo una oferta que parecía que no podrían rechazar: mantenimiento de todos los empleos y prejubilaciones a partir de los 50 años de edad con un 70 % del sueldo. Y dijeron que no. Un 70 % del salario es una media de 60.000 euros anuales. Pero, sabedores de sus fuerzas, quieren además un convenio colectivo en forma de decreto que ningún Gobierno puede aceptar.

Culpable el Gobierno, porque ha demostrado cómo no se deben hacer las cosas: no negoció. La oferta a los estibadores fue de última hora, un «lo tomas o lo dejas». Y, según Albert Rivera, tampoco negoció con los grupos parlamentarios. Hubo contactos, pero no negociaciones formales. Da la impresión de que se han comunicado a través de mensajes en la prensa. El Gobierno seguramente confió en que ningún partido se negaría a aceptar algo impuesto por la Unión Europea, que conlleva la elevadísima sanción mencionada. Y cuando el ministro citó multa, sonó más a chantaje que a invitación amable.

Y culpable la oposición, porque tenía ganas de humillar al Gobierno. Tenía tantas ganas que tomó la votación como la de una moción de censura en la que nadie podía faltar. Por eso los partidos que tenían a tres diputadas en Estados Unidos las hicieron regresar. Tenían que votar. Había que derrotar al PP. Y parió la abuela: Ciudadanos, que el miércoles anunciaba su sí, sorprendió a todos el jueves con su cambio de criterio y el anuncio de abstención. Su sí ha sido el más corto de la historia: no duró ni doce horas. No quiso quedarse una vez más como apéndice del Partido Popular.

Así hay que gobernar en estos tiempos. Mejor dicho: así hay que desgobernar. Temo que nos espere un largo período de inactividad legislativa, hasta que Rajoy se canse o el CIS le indique que ya tiene mayoría suficiente, y decida convocar elecciones. Y no digamos si Pedro Sánchez es elegido secretario general del PSOE y recupera su famoso éxito musical de «no es no».