¿Frenó Holanda el populismo?

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

18 mar 2017 . Actualizado a las 09:28 h.

Hasta cierto punto se entiende el alivio de Bruselas tras los resultados de las elecciones holandesas; pero, francamente, se les está yendo la mano con las celebraciones. Mark Rutte, el ganador, que está encantado de disimular con ese entusiasmo el hecho de que ha perdido la cuarta parte de sus escaños, ahora hasta se ofrece a dar clases de «cómo frenar al populismo».

¿Ha frenado Holanda al populismo? Geert Wilders, es cierto, no ha logrado la primera plaza, lo que hubiese tenido un efecto psicológico devastador. Pero ni eso era probable ni lo que ha ocurrido puede considerarse un frenazo. Lo cierto es que el partido de Wilders, el PVV, ha ganado escaños en la misma proporción en que Rutte los ha perdido. Y si al PVV sumamos los otros partidos populistas (porque está lejos de ser el único), tenemos que estos han subido en conjunto 25 asientos en un Parlamento de 150, lo que no es poco. Una traslación de esta tendencia a Francia llevaría a Marine Le Pen en volandas al Elíseo. Afortunadamente, no tiene sentido hacer esta clase de extrapolaciones; pero si este es el secreto de Rutte para frenar el populismo, esperemos que haya otras fórmulas disponibles.

Mientras tanto, está pasando casi desapercibida lo que es la auténtica noticia de estas elecciones: el derrumbe, rayano en la extinción, de un partido tradicional, el socialdemócrata o laborista, que ha caído del 24 al 5 %. Y puesto que otras fuerzas afines no recogen todo ese voto, el conjunto de centro-izquierda e izquierda ha quedado reducido a poco más del 25 %en Holanda.

También parece excesiva la importancia que se le ha dado al ascenso del partido verde, que es, en realidad, el viejo Partido Comunista remozado. Se lo ha calificado incluso como el «gran ganador» de los comicios porque ha pasado de 4 a 14 escaños. Aparte de que eso es bastante menos de lo que le prometían las encuestas, hablamos de la sexta fuerza parlamentaria. Si acabase entrando en un gobierno de coalición su influencia sería marginal. Y hasta esto es dudoso, porque para formar gobierno a Rutte le llega con sus liberal-conservadores, los democristianos de la CDA, los liberales de D66 y la Unión Cristiana (UC).

Esa posible, quizás probable, coalición de gobierno no está tan lejos de Wilders, que la apoyó durante un tiempo como socio parlamentario. De hecho, y simplemente descartando su islamofobia, las ideas de Wilders sobre control de la inmigración se han filtrado ya a esos partidos de centro-derecha.

Por último, tampoco se ve por ninguna parte ese «voto a favor de Europa» que entusiasma en Bruselas. Si sumamos el antieuropeísmo «duro» de Wilders y el del FvD al euroescepticismo «blando» de SP, CU, PVD y SGP, el rechazo a la UE está ya muy por encima del 30 por ciento en Holanda. No es como para darse palmadas en el hombro.