Alarmas espejo

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

16 abr 2017 . Actualizado a las 11:09 h.

El cerebro humano no discrimina entre imágenes reales e imágenes mentales, da el mismo miedo -o más- encontrarte con el hombre del saco que pensar en él. El valiente se sobrepone al miedo, el cobarde teme a su propio temor y se paraliza. 

Hace veinte años el neurólogo italiano Giacomo Rizzolati descubrió las «neuronas espejo». Se trata de un grupo de neuronas situadas en dos lugares de nuestra corteza cerebral que se activan igual, tanto si ejecutamos una acción como si la vemos ejecutar en otro congénere.

Toda acción va acompañada de una emoción El placer que proporciona el cine o el teatro se obtiene de la capacidad de empatía que nos proporcionan ese grupo de neuronas que consiguen identificarnos y sentir con lo que les pasa a los demás.

El psicodrama es una psicoterapia eficaz porque trabaja terapéuticamente el espejo donde se miran esas neuronas y logra deshacer el nudo de pensamientos y emociones que nos hacen sufrir a través de la representación psicodramática.

La publicidad también juega con las neuronas espejo, pero para manipularnos y hacernos comprar el espejo. La felicidad que provoca en la cara de los padres un bebé que llena todo de mierda vende muchos pañales.

El gusto que le da a una tremenda mulata comerse un polo, hace apetecerlo inmediatamente. Ver a la familia viajando plácidamente con los niños quietecitos y adosados al marco del asiento de atrás mirando su tablet mientras el sol llena de calor la escena a través del techo solar... vende muchos coches.

Compramos la felicidad que vemos y sentimos en el otro.

Pero lo que resulta intolerable y muy desagradable es que la publicidad se utilice para sobornar a las neuronas espejo para que nos inyecten miedo en el cuerpo y vender más alarmas; hay una que no solo vive del miedo, sino que lo escenifica por si acaso no lo habíamos pensado y nos aterroriza con historias teatralizadas que te ponen los espejos de punta: «Habría sido peor si hubierais estado en casa -dicen-, entonces no solo te hubieran desvalijado, sino que te habrían molido a palos y abusado de tu chica. ¿Cómo no tienes ya la alarma viendo lo que le acaba de pasar a estos pobres vecinos?».

Siempre que es tiempo de vacaciones aparecen los vendedores de alarmas para acojonarte por la insensatez de irte de casa unos días y agobiarte las vacaciones.

Es que hay muchos peligros ahí fuera, pueden entrarle los ladrones, una cuadrilla colocada de walking dead, malvados replicantes, convictos fugados, inmigrantes lobishomes... Instale nuestra alarma para verlos venir y, si entran, le mandamos ipso facto a Batman o a los Cuatro Fantásticos, según tarifa.

Como a Medusa: no los miren.