La moción de censura y sus riesgos. De repente, la política

OPINIÓN

29 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Había un juego de ordenador muy simplón en el que había que mover con los cursores una serpiente, comer un reclamo y evitar que chocara con las paredes o consigo misma. La serpiente crecía y cada vez era más difícil evitar que acabara chocando con alguno de los pliegues de su cuerpo. La dimisión de Esperanza Aguirre hizo crecer la serpiente y se complica juntar las piezas en un relato coherente que no choque consigo mismo. De golpe, hay que encajar la abstención del PSOE y su posible quiebra, la moción de censura de Unidos Podemos, las bandas del cártel PP, los recados de Aguirre, el hedor insoportable de un Estado poseído por el mismísimo diablo y necesitado de un exorcismo autorizado y la descomposición política general de la Europa que nos reclama sus deudas a collejas. Además la serpiente no para de crecer. No hay nada que no pueda empeorar. Si la caída de Ignacio González destapó una alcantarilla mefítica, ¿qué se destapará si la justicia trepa por el cártel Pujol y llega al capo? Cuando el don del clan Pujol hablaba de dosieres, ¿para dónde miraba acariciando el gato y olisqueando el clavel? ¿Para la Zarzuela?

A Esperanza Aguirre le gusta dar ejemplo. Tanto repetimos que aquí nunca dimite nadie, que ella muestra el camino dimitiendo cada poco. Dimitió como gobernó: con mentiras, con impiedad, con maldad y con ramplonería. Fue como quitar el tapón del desagüe. De repente se hizo visible un Estado corroído y un partido que es sólo una tapadera de una actividad mafiosa descomunal. Hasta parece que Rajoy ya no puede amenazar con adelantar elecciones porque no está claro cómo le iría. Y entonces Unidos Podemos aparece anunciando una moción de censura. El susto trae a la vez aire fresco y el temor fundado de que fortalezca a Rajoy. A ello iremos, pero veamos antes los primeros efectos en los actores.

Antonio Hernando habló airado porque resulta que a él también lo engañaron. No sólo fue a Esperanza Aguirre y antes a Felipe González («Yo me siento engañado», ¿lo recuerdan?, fue como el Glandola Vila Morena, el soniquete que inicia la rebelión). El PSOE tiene los problemas que se buscó y la moción de censura sólo les saca brillo. Repasemos. El PSOE se desgarró con la abstención de la investidura. Con ella, el PP gobernó y los dos Hernandos empezaron el juego de aparentar que el PSOE le arrancaba cosas al PP, mientras El País hacía sonar los platillos. Los Hernandos, nativos de los pasillos, daban esquinazo a Errejón y reducían con argucias parlamentarias la visibilidad de los demás grupos. Es infantil que ahora Hernando se irrite porque una moción de censura sin apoyos sea sólo una maniobra parlamentaria. No sólo las dos mociones de censura habidas se presentaron sin apoyos. La actividad parlamentaria es política y es táctica. Y claro que la moción de censura es política y táctica, qué tiene eso de raro. Ya era hora de que Podemos hiciera política.

La táctica del PSOE de aparentar que doblegaba al PP empezó mal y luego empeoró. Empezó mal, porque el juego era demasiado evidente, porque el congreso del PP fue un congreso feliz y porque los elogios de la prensa derechona a la Gestora y a Susana Díaz eran de sonrojo. Y siguió mal, porque se acentuó el sectarismo conservador. Cuando no salía Esperanza Aguirre echando loas a Millán Astray, se hacían denuncias intransigentes a tuiteros, se volvían a condecorar santos, o se convertía la Semana Santa en una payasada del nacional catolicismo. El PP seguía su deriva rancia sin contrapesos, con Podemos extraviado por Vistalegre y un PSOE inane sin nada que ofrecer por la investidura de Rajoy. El estruendo de Madrid hizo del PSOE un juguete roto. Ya nadie se acordaba de los Hernandos. La moción de censura es un acto enérgico que subraya la blandura de este PSOE invertebrado. No olvidemos además que los sumarios de Andalucía avanzan.

Al PSOE le coge a contrapié la moción también porque no tienen líder y están en primarias. ¿Es culpa de Podemos? El PSOE debería haberse reorganizado hace tiempo. Felipe González, Cebrián y Susana Díaz se destacaron por la zafiedad que emplearon con Sánchez. Susana Díaz necesitaba tiempo para que dejaran de dolernos los oídos de su vocerío desafinado. La Gestora le hizo el servicio y dilató hasta el esperpento la situación de acefalia y falta de rumbo del partido. Por eso están aún empantanados en sus asuntos internos y les pilla la moción sin discurso. ¿Creen que Podemos tiene obligación de respetar los ritmos de Susana Díaz? Y deberían dejar de invocar el Gobierno del PSOE y C's que Podemos no permitió. Lo que desgarra internamente al PSOE es haber dejado a Rajoy en la Presidencia ¿Tanto deseaban algunos socialistas que gobernase Rajoy? La verdad es que no. La verdadera pulsión de una parte del partido era no estar con Podemos. Lo de dejar a Rajoy era la táctica inevitable. Que dejen ya de repetir que Podemos no permitió aquel gobierno. El PSOE oficial prefirió romper el partido antes que sentarse con ellos.

C's también brama porque no quiere circos. Pero no será por eso. El viajecito electoral de Rivera a Venezuela demuestra que sí les gusta el circo. Quien escribe no tiene información privilegiada ni más olfato que cualquiera. Pero tampoco menos. Es evidente que tanta información repentina sobre las cloacas del PP, valga la redundancia, no es ningún éxito de la oposición, sino algo que se mueve desde dentro. Sea lo que sea, era ganancia para Rivera. La moción les está estropeando su circo. Yo también me enfadaría.

Podemos está haciendo algo que se echaba en falta en el país: un puñetazo en la mesa. La delincuencia estructural del PP, su sectarismo y la descomposición de las instituciones reclaman confrontación. Y claridad y compromiso en todo el mundo. La moción de censura debe retratar el compromiso de cada cual con la regeneración radical que necesita España. Sorprendentemente esto irrita, porque de segundas intenciones está lleno el escenario. Podemos está haciendo también algo se les echaba en falta a ellos: política. Ahora toca hacer propuestas y análisis en los que la gente se reconozca y en los que se perciba algo venido de fuera de Podemos, porque sólo así puede ser percibido como herramienta. No hace falta recordar que lo que nos saturó hasta ahora fueron sus interioridades. Deben tener en cuenta que seguramente Rajoy y su séquito son los únicos que no están enfurruñados con la moción, porque puede ser la situación propicia para recuperar su papel de solvencia y estabilidad. Podemos no debe olvidar lo que es esta moción: es política, es estrategia y es comunicación. De ahí no saldrá un nuevo gobierno y por eso no es momento de hacer algo que el país necesita pero en otra circunstancia, que es el poner sobre la mesa posiciones máximas sin tabús. El paso dado por Podemos es muy útil, pero puede que más complicado de lo que creen. Iglesias tienen que conseguir que quede mal retratado quien no lo apoye y que Rajoy quede a la defensiva y para eso hay que seleccionar muy bien los contenidos. Si Iglesias se enreda en la plurinacionalidad del Estado, el referéndum y la libertad de los pueblos o cualquier cosa que no sea el foco que motiva la moción, Rajoy encontrará oxígeno en un momento en que por fin la corrupción lo ahoga. Seguramente Rajoy está contento porque sus asesores piensan que verán al Iglesias indignado y asambleario al que los demás afearán y donde Rajoy podrá ser la sensatez por encima del griterío circense. Y tienen sus razones. Podemos parece haber derivado a discursos que lo expresan a él en vez de discursos en que se reconozca la gente. El paso de la moción de censura es un paso en buena dirección. Pero tienen que dar el nivel. Rajoy cree que a los maquiavelos que andan chivándose de corruptelas para buscar un líder más aseado que él se les aguó la estrategia y que Iglesias no dará el nivel. Pero algunos tenemos esperanza en esta moción, como la tenemos cada vez que juega el Sporting. No sé si me explico.