Moción de impostura

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

01 may 2017 . Actualizado a las 09:33 h.

En otro de sus golpes de efecto, Pablo Iglesias ha anunciado que prepara una moción de impostura. Porque de eso se trata, de un mero fingimiento o engaño con apariencia de verdad. Sin candidato, sin fecha, sin programa y sin ninguna posibilidad de salir adelante. Es cierto que en España existe una creciente alarma social por el tsunami de casos de corrupción que anegan al PP y que dibujan un vomitivo escenario de saqueo de las arcas públicas desde las instituciones para el enriquecimiento de importantes dirigentes y financiación ilegal del partido. El hecho de que los populares nunca hayan colaborado con la Justicia e incluso entorpezcan su labor agrava la situación. Pero que sea ahora Iglesias quien se erija en ético justiciero para derribar al Gobierno resulta patético. El mismo que tuvo la oportunidad de echar a Rajoy votando a Pedro Sánchez en la investidura y no lo hizo; el mismo que no quería saber nada con Ciudadanos, ahora se pone el traje de patriota para reclamar su voto por el bien de España. ¿Qué ha cambiado en un año? ¿O es que no estaba ya el PP hasta arriba de corrupción con los casos Bárcenas, Gürtel, Púnica o las inmundicias valencianas? ¿No había enviado ya Rajoy su famoso SMS «Luis, sé fuerte»? Lezo es un caso escandaloso más de la misma corrupción sistémica. Iglesias solo busca protagonismo, desgastar aún más a su verdadero enemigo, que es el PSOE, como demuestra que haga la propuesta en plena campaña de primarias a un partido sin líder, y de paso, quiéralo o no, apuntala a un Rajoy que estaba acorralado por la corrupción hasta que él cambió el foco. La moción de censura es un instrumento legítimo, pero la credibilidad de Iglesias para plantearla es igual a cero.