¿Qué nos enseñan las elecciones francesas?

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

09 may 2017 . Actualizado a las 09:06 h.

Lo principal de las elecciones presidenciales que acaban de celebrarse en Francia quedó resuelto en la primera vuelta, porque fue entonces cuando los electores tomaron las decisiones principales y despejaron la incertidumbre sobre el resultado final. Por un lado, decidieron deshacerse de la clase política convencional, que simbolizan mejor que nadie Hollande y Sarkozy, para estrenar otra completamente nueva, tanto que aún no existe; porque jóvenes cualificados y honestos los hay por millones y son mejores que los viejos políticos que conocemos, nos dicen los electores franceses. Lo que nos enseña que los dueños de ese país y los protagonistas de sus éxitos y sus fracasos son sus paisanos, no sus gobernantes. Esta ha sido la primera y principal de las decisiones de la sociedad francesa en la primera vuelta, terminar con lo que les avergüenza, y esto socava el popular «nosotros o el caos» del PP de Rajoy en España.

Por otro lado, los socialistas habrían obtenido el 6,4 % de Hamon o un resultado similar con cualquier otro candidato. Esta situación de los socialistas franceses, reducidos a 2,2 millones de votos, es equivalente a los 3,2 millones que le quedarán al PSOE después de sus elecciones primarias, hacia el 13,0 % de los votos válidos y alejados de Ciudadanos en el barómetro de julio del CIS. Lo que no le sorprenderá al lector de La Voz de Galicia, porque está más que escrito en estas páginas que ese partido tenía que terminar así.

También quedó meridianamente claro en la primera vuelta que Le Pen no tendría opciones de ganar la carrera presidencial, lo que explica la tasa de participación inferior a la del año 2012 y el doble de votos blancos. Le Pen nunca tuvo opciones y la participación no fue dramática. De hecho, con 7,7 millones de votos en la primera vuelta, el Frente Nacional solo había mejorado 1,3 millones de votos respecto a su resultado del año 2012, una birria de progresión si se compara con los 8,7 millones de votos ex novo de Macron o los 3,1 millones que progresó Mèlenchon respecto a aquellos comicios. Lo de Le Pen es mucho menos de lo que nos dicen, porque su resultado perdedor de 10,6 millones de votos en esta segunda vuelta es tan flojo que ha quedado a 6,2 millones del obtenido por Sarkozy en el año 2012. Lo de Le Pen está ahí, pero representa a un a parte excéntrica de una sociedad que se ha expresado demócrata, confiable, renovadora, europeísta y convencional.

Otra lección de estas elecciones es para los que organizan los ciberataques, porque acaban de comprobar que no se puede confundir a los franceses. Suponer que se les puede engañar mediante el uso de informaciones falsas en las redes sociales es de una ingenuidad pasmosa.

Por último, los resultados de las elecciones francesas contribuyen a hacer más viejo y prescindible el Partido Popular en España. El elector que refuerza a este partido, porque considera que es el único que puede asegurar el cumplimento de los objetivos, lo empieza a comprender de otra forma después de estas elecciones.