Emponderados proactivos y el vil metal

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez NO PARA CUALQUIERA

OPINIÓN

21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Estaban centenares de coach concentrando su energía positiva desde todos los puntos cardinales, proyectando de forma proactiva todo su empuje emocional para la celebración del congreso Being One en Madrid, con los mayores expertos internacionales en motivación entre los ponentes y pagando una entrada que oscilaba su precio entre los 80 euros que costaba asistir online y los 900 que había que abonar para asistir presencialmente (es decir, con una motivación presencial) y van y lo suspenden. Tuvieron que cambiar la ubicación original porque los organizadores no estaban al día en permisos y pagos; y con las colas ya formadas para entrar en el recinto el promotor del evento se puso a pedir donaciones voluntarias, allí con una caja de cartón (pero un cartón proactivo) para recoger billetes y monedas. Fue una voluntariedad singular porque si no se daba un donativo no se dejaba entrar, pero es que era una voluntariedad emponderadora emocionalmente.

Aunque hubo gente que decidió instalarse en una zona de confort y exigir la hoja de reclamaciones y que les devolvieran el dinero (los muy negativistas), lo cierto es que la mayoría de comentarios de los asistentes en las redes sociales fueron elogiosos porque la «experiencia», permitió a una mayoría «crecer personalmente» huyendo de quedar anclados en la «victimización» de haber sido efectivamente víctimas de una estafa. Pero hablamos de gente que construye su propia realidad, así que algunos hicieron yoga, bailaron en grupo y asistieron pasivamente, pero con una pasividad proactiva, a las charlas que improvisaron en la calle los gurús más enrollaos.

Debe de ser una gozada poder permitirte el lujo de tirar entre 80 y 900 euros en pro de la positividad y el crecimiento personal, con la certeza de que no es un bache demasiado grande para superar el mes y que al tercer día de biodanza hay una casa que espera con cimientos debidamente certificados por técnicos municipales, que son un rollo y ese tipo de personas que optó por el camino fácil de opositar y buscarse un trabajo sin retos y expansión interior en el día a día; pero menos mal que están ahí o esto sería un sindios. Ese tipo de gente como las enfermeras a las que la organización del evento les pidió que trabajaran gratis durante los tres días de conferencias para garantizar la atención en las posibles emergencias sanitarias que se pudieran producir. Y no querían trabajar por la experiencia sino por dinero, vaya descaradas, y encima lo denuncia un sindicato que es una cosa como de otra época, de cuando antes de los móviles y eso, que es que no están en los flujos de positividad y así no hay manera.

Hay mucha gente todavía por ahí que se cree que esto de trabajar es una cosa que se hace más o menos a regañadientes para ganarse el sustento; en vez de admitir que es un camino en el que cada uno se marca sus propias metas como una evolución individual en la positividad. Todavía hay gente que no se da cuenta de la mala presentación de la marca personal que es preguntar por el salario en una entrevista de trabajo, como si fuera algo importante, qué chabacanería, cobrar por trabajar es como comer con los dedos, algo incivilizado; un ansia por lo material que no permite desarrollarse a lo espiritual, lo que nos hace emprender.

Ya hay que ser vil para preocuparse así por el parné. Por ejemplo la empresa FCC, que es la concesionaria del servicio de basuras en Barcelona, pasó al ayuntamiento la factura de 72 contenedores quemados en las protestas de la huelga del 14 de noviembre de 2012 cuando en realidad sólo había 47. La compañía obtuvo así 24.000 euros por la cara pero, una vez descubiertos y publicados los correos electrónicos en los que se probaba de forma evidente y sin discusión el amaño, ofreció debidas explicaciones: admitiendo de forma admirable que la redacción de los emails (en los que se de advierte de forma explícita que se deba pasar una cifra falsa al consistorio) fue «desafortunada» y que, en todo caso, no hay nada de «lucro ilícito» porque por su «experiencia» en sucesos como estos siempre aparecen más contenedores quemados y todo esto no fue más que «una corrección al alza de los daños». Así habla la gente que construye su propia realidad, sacando proactivamente 24.000 euros extras al erario público, con emponderamiento.