La socialdemocracia del PSOE, que tanto bien le hizo a este país desde la transición, quedará aparcada una buena temporada. Con la más que previsible entrega de Pedro Sánchez al populismo de Podemos, la inolvidable manera de hacer política de Felipe, Guerra, Rubalcaba y otros, pasará, por un tiempo, al rincón de pensar. Lo que le espera al PSOE en los próximos meses es fácil de prever. Sánchez empezará sus coqueteos con Iglesias de inmediato, y tras anunciar una absurda moción de censura, se la pegará estrepitosamente, y ese será el momento en que Podemos intentará fagocitar a los socialistas.
Se ha puesto de moda afirmar que Sánchez es un hombre extremadamente preparado. Si se le compara con Susana Díaz o Patxi López, puede que sea cierto, pero me niego a creer que en las filas del PSOE, un partido históricamente nutrido de intelectuales, no se haya podido encontrar alguien más capacitado. Lo que ocurre es que estos han preferido que el inminente batacazo que se pegará el PSOE sea con otro al frente, y quién mejor para ello que el ambicioso soldado Sánchez. Mi esperanza es que cuando esto ocurra aparezca el militante fiel al ideario socialdemócrata del PSOE que aleje definitivamente a esta formación de los tan peligrosos populismos. España necesita un partido socialdemócrata, y nos hemos quedado sin él.