El juego de la derecha

OPINIÓN

21 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un clamor entre la ciudadanía se repite cada vez con mayor insistencia, ¿cómo es posible que el Partido Popular disponga aún de apoyos para mantenerse en el poder?

Soportamos dosis de corrupción intolerables en una sociedad democrática, siendo el Gobierno de España el paradigma capaz de hacer de la política un servicio a la ciudadanía cómo extensión de sus negocios; compatibilizando el latrocinio con la pobreza cronificada que viven las clases sociales más desprotegidas; la desigualdad que viene de cuna debe perpetuarse.

Es mérito de la derecha, esa que su vecino dice orgulloso que vota, fomentar una sociedad desigual; aprovechando la crisis económica originada por el sector bancario, extiende y hace efectivo su ideario neoliberal, arrasando los servicios públicos; merma los recursos para la educación de nuestros hijos, menosprecia las pensiones de los mayores, privatiza la atención sanitaria de los ciudadanos, reduce las políticas sociales.

Un Partido Popular integrador de toda ideología conservadora, sin referente partidista a su derecha, que olvida a los muertos que se revuelven en las cunetas. Si, son españoles que lucharon por la libertad y la justicia, asesinados por los fascistas empeñados en que la historia se escribiera con renglones torcidos, y algunos aún hoy rinden testimonio a los golpistas en calles y mausoleos.

Una derecha rancia, cargada de soberbia, que se mantiene en el poder sin más proyecto político que hacer de la actividad pública, y de los intereses de la mayoría de los españoles, una marioneta al servicio de los mercados y los grupos financieros.

Mientras, los grupos de presión, se muestran dispuestos a fomentar un estado de opinión al servicio de los intereses dominantes, y algunos medios de comunicación, alumnos aventajados desde sus líneas editoriales, arengan a los lectores alineados con el más absoluto conservadurismo. 

Es bochornosa la intromisión de medios significados, de alcance nacional, en las decisiones democráticas adoptadas recientemente por los militantes del partido socialista; resulta vergonzoso cómo descalifican un proyecto político que aún no ha iniciado sus primeros pasos; sobredimensionando de forma torticera y malintencionada los pareceres que han sido resueltos en los órganos democráticos internos.

Celebrábamos hace unos días los cuarenta años de las primeras elecciones generales en nuestro país, cuando aún se vivía un periodo preconstitucional; son fechas para recordar que deberían hacer respetar la memoria de un pueblo que padeció una larga dictadura, sometido bajo palio a un pensamiento y credo único.

Educar, informar, forjar la conciencia ciudadana, no es solo tarea de las organizaciones políticas, supone un compromiso que, desde la pluralidad, ha de ser asumido por instituciones, agentes económicos, sociales y los propios medios de comunicación; estar a disposición del poder establecido, sin que existan contrapesos, significa adoctrinar.

La capacidad reflexiva y crítica, implícita al sentir de cada ciudadano, siempre animará a encontrar la forma y ocasión de manifestar la discrepancia, esa que nunca resulta del agrado de los poderes absolutos y totalitarios.