Nadar entre dos aguas

OPINIÓN

23 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La labor de alguien que le gusta opinar y reflexionar es informarse antes de hablar, y una vez hecho eso su función pasa por valorar los pros y los contras de un asunto y emitir en base a ese conocimiento un dictamen, una decisión, un punto de vista. Sin embargo, hay discusiones que acarrean dudas y terminan por dejar indeciso a uno. Hay muchos ejemplos a poner. A lo largo de los últimos días a mí me ha pasado con varios casos.

En las agendas de todos los partidos españoles ha entrado un tema que quizás no sea novedoso para mucha gente en el exterior de nuestro país, pero desde luego sí que lo es a nivel político nacional. La gestación subrogada, también conocida como «vientres de alquiler», ha irrumpido en los congresos celebrados por todas las formaciones políticas. Solamente Ciudadanos parece haberse atrevido a plantear una regulación. En partidos como el PSOE ha ganado la opción del «no» frente a Juventudes Socialistas y a colectivos LGTBI. Este asunto promete no morir aquí y seguir de actualidad, y en el caso de que empezasen a nacer bastantes españoles mediante esta vía habría que sopesar si pesa más las tesis defendidas por los movimientos feministas o si por el contrario la nueva realidad exigirá al Estado español plantearse una norma para esta cuestión.

Amancio Ortega, o mejor dicho, su fundación, realiza en los últimos tiempos jugosas donaciones (en aparatos oncológicos valorados en 320 millones de euros a las comunidades autónomas). Ha generado dos modos de valorar su gesto: las asociaciones de pacientes, por un lado, le han agradecido la aportación, al parecer desinteresada (porque nadie le obliga a destinar el dinero para este fin y él ha tomado la decisión de hacerlo), pero los movimientos en defensa de la sanidad pública no comparten este tipo de donaciones al entender que debe ser vía impuestos el medio por el que tiene que mantenerse el sistema sanitario. Todo ello acompañado de la reflexión de que el problema en España está en la falta de personal, cuestión importante porque este tipo de aparatos deben manejarlos profesionales cualificados y, si no los hay, tampoco sirve comprarlos y dejarlos sin uso. No obstante hay quien plantea que esta noticia conlleva una política de marketing, una promoción gratuita en informativos y en periódicos para una persona que si quisiera donar ese dinero lo podría hacer sin publicitarlo a través de los medios y sin exigir que tenga un carácter finalista. O también el pagar sin más los impuestos que le corresponden como cualquier otro ciudadano.

El último ejemplo del que voy a hablar tiene que ver con la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia a la UE. En pleno debate del Brexit y la crisis de los refugiados que así ahí presente, hay dos posiciones diferentes: unos dicen que son los gobiernos nacionales los responsables de no haber cumplido con lo pactado para acoger a las miles de personas que buscan un mundo mejor donde vivir, y otra que la deriva mercantilista y neoliberal en el seno de la UE es lo que está tirando por la borda el sueño de un espacio político de valores solidarios y donde se respeten los derechos humanos. No obstante no es la primera vez que la Unión Europea es condecorada. En 2012 recibió el premio Nobel de la Paz por "haber contribuido a lo largo de seis décadas al avance de la paz y reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa". Y no es mentira, y quienes nos sentimos europeístas lo remarcamos, pero no es menos cierto que también es verdad que la derecha europea, que es la que tiene la mayoría en el Parlamento Europeo y en más de la mitad de los países de la UE, no ha sabido afrontar los tiempos que vivimos, y la crisis económica y la falta de oportunidades ha tensado tanto las cosas que viejas pesadillas pasadas, como son los nacionalismos y los extremismos, vuelven a campar a sus anchas contra quienes defendemos una Europa social, al servicio de la ciudadanía, y donde la diversidad y el respeto sea la bandera de esta unión política.

Nada es blanco ni negro, y nadar entre dos aguas a veces es complicado y más cuando uno quiere mojarse y ser firme con lo que piensa, pero también es verdad que hay cuestiones que a uno le dejan en un mar de dudas. Los tres ejemplos de este artículo lo son para mí.