28 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las organizaciones democráticas viven periódicamente procesos internos, orientados a revitalizar sus ofertas programáticas y renovar los equipos de dirección; ponen a prueba la capacidad de reacción ante las nuevas realidades, buscando hacer atractivo su mensaje a los electores, desde la identidad en la que cada una se ve reflejada.

 Esos procesos, en el caso del PSOE, están abiertos a continuas mejoras, tendentes a profundizar en la democracia interna y ordenar la participación de la militancia, agregando espacios de forma ordena, en función del modelo que se desea implantar, procurando corregir esa cultura de la que somos gregarios, desde la transición democrática, que idolatra de forma inconmensurada la figura del líder.

 Es cierto que la secuencia de acontecimientos que articula la participación aún está distorsionada; se debería partir de un modelo más horizontal; iniciar los debates en las asambleas de los municipios, posteriormente aunar criterios en los congresos autonómicos y finalizar en el ámbito federal con la aprobación del modelo político y la elección de representantes; es decir, un proceso diseñado «de abajo hacia arriba», y no a la inversa, como actualmente ocurre.

 También tiene lógica que los procedimientos, en los ámbitos municipales, autonómicos y federal, alteren el actual orden; en primer lugar, debatiendo las ideas, para elegir posteriormente quien las represente y el equipo que las aplique. El modelo actual, basado en elegir primero al candidato (primarias) y, posteriormente, resolver el programa político, a través de un congreso, conlleva que las resoluciones aprobadas estén determinadas por el perfil del líder que previamente ha sido elegido.

La elección de dirigentes y representantes, a través de la celebración de primarias, marca el espíritu democrático del PSOE y proclama que la militancia es el centro de la soberanía; no es por tanto, la persona concreta que en cada caso se elija el centro de interés, sino el procedimiento que se sigue para sustanciar una decisión de primera magnitud; los militantes deciden y a los militantes se habrá de rendir cuentas de los resultados obtenidos.

Las «primarias» son consustanciales con los «candidatos»; pero carecen de valor si no se asocian a las «ideas» y propuestas que cada uno de ellos/as defiende; algo tan evidente cuando tratamos de concurrencia en un espacio político que no podemos permitir se quede relegado a un segundo plano.

Fijemos primero el objetivo que pretendemos y su trascendencia: elegir al Secretario/a General que dirija la Federación Socialista Asturiana, quien previsiblemente optará a ser el candidato/a en los próximos comicios autonómicos, con vocación de dirigir el gobierno regional; son cometidos que exigen un «perfil de competencias» que permita afrontar las tareas futuras con eficacia y acierto.

Para dirigir al PSOE, es inexcusable, en la situación interna compleja que vive, disponer de un liderazgo integrador, capaz de conjugar la regeneración, a la par que preserva el pluralismo en los órganos ejecutivos. Construir un PSOE fuerte y homogéneo en las decisiones que adopte, requiere gestionar el consenso y facilitar la integración de la diversidad; apoyarse en criterios monolíticos y excluyentes nos haría perder algo más que el tiempo.

Ser una opción de gobierno; obliga a recuperar la credibilidad perdida, reconocer los errores cometidos y proponer, desde la izquierda, políticas integradoras, asentadas en el diálogo, la negociación y el acuerdo. Priorizando en la acción política propuestas capaces de resolver las preocupaciones de los ciudadanos: el desarrollo del territorio, el impulso de condiciones que faciliten la generación de empleos dignos, el fortalecimiento de los servicios públicos y la mejora en la calidad de vida, entre otras.

Los candidatos han de ser honestos, respetuosos y creíbles; nada resolverá a los socialistas, ni a la totalidad de ciudadanos asturianos, las inercias de otros procesos congresuales, recientes, pero ya pasados; el marco de los debates en las elecciones primarias, considerado el contexto global, se debe orientar hacia la realidad orgánica y política de Asturias.

Hace apenas unos días se abría un nuevo ciclo en la vida del PSOE en España, en nuestras manos está que el impulso de ese nuevo proyecto tenga plasmación en Asturias, revitalice al PSOE y abra las puertas a un futuro que los asturianos nos merecemos; acertar con las políticas y quienes las defiendan resultará crucial.

No todo es cuestión de nombres, para crecer, se precisan ideas y propuestas.