Represión masiva, oposición dividida

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

OZAN KOSE | AFP

15 jul 2017 . Actualizado a las 10:13 h.

«Un regalo de Dios», así calificó Erdogan en su día el golpe de estado fracasado del que ahora se cumple un año. Y para él lo ha sido. Le ha servido para rehacer Turquía a la imagen y semejanza de su AKP, un partido islamista moderado que ahora es el motor de una política radical: la transformación de una democracia populista en un régimen autoritario. El golpe fallido, su rechazo, se ha convertido de hecho en sí mismo en una especie de ideología, un pensamiento paradójico que propone establecer un estado totalitario como respuesta al intento de establecer un estado totalitario.

Tan importante es el golpe para el nuevo proyecto político de Erdogan que este ha preferido tejer una red de confusión y misterio a su alrededor, porque como mito es más eficaz. Las autoridades siguen insistiendo vehementemente en que detrás de la intentona estaba la mano negra de los seguidores de Fethullah Gülen, un clérigo también islamista que fue aliado de Erdogan hasta hace apenas unos años pero que ahora vive en el exilio en Estados Unidos. Fuera de Turquía hay muchas dudas al respecto. Recientemente, los servicios de inteligencia de Alemania y Gran Bretaña arrojaban dudas a esta explicación. Es posible que algunos elementos gulenistas participasen en el golpe, pero la base de este era mucho más amplia y su dirección, seguramente, en manos de militares kemalistas (nacionalistas laicos).

Pero la indefinición permite una represión más generalizada. Más de 100.000 personas han sido detenidas y al menos la mitad de ellas encarceladas. Esto incluye 10.000 militares pero también casi 3.000 jueces y 150 periodistas. Más de 100.000 funcionarios han sido cesados fulminantemente, incluyendo casi 30.000 profesores.

Un centenar de medios de comunicación se han visto cerrados y miles de empresas han sido confiscadas por tener alguna relación (a veces simplemente supuesta) con los gulenistas. De este botín de miles de millones de dólares se sabe que han sacado partido empresarios afiliados al partido de Erdogan. La arbitrariedad es total: para sufrir persecución basta con haber tenido dinero depositado en un banco relacionado con los gulenistas. Ahmet Sik, un periodista que había sido detenido en su día por escribir un libro crítico con Fethulah Gülen ha sido detenido ahora por su supuesto apoyo a Fethullah Gülen.

Tan solo ahora la oposición empieza a superar el trauma de la represión. La mayor protesta tuvo lugar hace unos pocos días, cuando el líder opositor Kemal Kilicdaroglu completó una marcha de protesta de 450 kilómetros por todo el país. Hay que reconocer que su partido, el Partido Republicano Popular (CHP), ha evolucionado desde el viejo kemalismo hacia la socialdemocracia. Pero su laicismo es ahora demasiado radical incluso para muchos turcos que no son del AKP. Por otro lado, su nacionalismo los aleja de los kurdos, que suponen un 20 por ciento de la población y son buena parte de la oposición. El camino es más largo que 450 kilómetros.