Hay que cerrar las piernas

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

03 ago 2017 . Actualizado a las 08:21 h.

El problema es ese. Que las mujeres están todo el día con las piernas abiertas; se encuentran, cruzan y conviven con hombres de bien que, pese a ello, no tienen más remedio que violarlas. Si las mujeres fueran con las piernas cerradas, otro gallo cantaría, pero en este mundo de tanto libertinaje lo de las piernas abiertas comienza a ser un grave problema. 

Tanto que la jueza María del Carmen Molina, titular del juzgado de violencia de género de Vitoria, se ha interesado por la situación de una violada. «¿Cerró bien las piernas?», «¿cerró toda la parte de los órganos femeninos?», preguntó su señoría. Lo que desconocemos es si la violada hizo todo lo posible para no serlo porque si no cerró bien las piernas, si también llevaba la ropa interior de color negro y además no le retorció el organillo a su violador, pues es que realmente no opuso la resistencia deseada por su señoría.

La jueza ha sido respaldada la pasada semana por el Consejo General del Poder Judicial, que archivó la investigación sobre su comportamiento. Y es que la postura de las piernas femeninas ante una violación va a ser a partir de ahora fundamental para juzgar el delito. No es lo mismo oponer resistencia al violador cerrando las piernas mediante la fórmula de hacer fuerza en la rodilla, que haciéndola en la cadera o los muslos. Ahí ya se demuestra el escaso rechazo de la violada, lo que será un atenuante.

Las violaciones pueden sucederse por miles porque las mujeres se pasan gran parte del día con las piernas abiertas. Al subir escaleras, al apurar el paso, al sentarse, al levantarse, al tropezar; en fin, que los violadores pueden actuar a cada momento. Así que lo mejor que pueden hacer las mujeres, sobre todo en Vitoria, es cerrar las piernas. Ya sé que es un poco difícil vivir con las piernas cerradas todo el tiempo, pero hay que cerrarlas al menos hasta que acabemos de una vez con esta Justicia de misóginos, machistas, majaderos, necios y atontados, incluyendo en esta lista, por extraño que parezca, a algunas juezas.