El crédulo

David R. Vidal TRIBUNA

OPINIÓN

21 ago 2017 . Actualizado a las 08:28 h.

«Lo que ha sucedido en Berlín, aquí no puede suceder», dijo el ministro Zoido en enero, y le creímos. Coordinación policial y discreción eran las claves que esgrimía, mientras hablaba de un Kalashnikov que no aparecía. Sus palabras nos proporcionaron la satisfacción de saber que Policía y Guardia Civil ya habían dejado atrás sus rencillas, que el mobbing de los Mossos d’Esquadra a los agentes del CNI en Cataluña no era más que una leyenda urbana y que las reuniones de coordinación antiterrorista tampoco eran esas partidas de póker donde ocultar la mano es parte del juego.

Igual satisfacción nos produjo saber que Cataluña no era ese nido de extremistas musulmanes que aparecía en los informes de inteligencia. Cierto es que allí hay más de medio millón de musulmanes, en gran medida gracias a la loable labor de la fundación Nous Catalans, activa hasta hace poco y diseñada para atraer a la inmigración musulmana al independentismo, pero sin duda se implementaron mecanismos de integración y antirradicalización a la par que se predicaba el independentismo en las mezquitas. También creo en ese acuerdo no escrito con nuestros vecinos del sur, según el cual ellos nos avisan de la presencia de marroquíes radicales en nuestro país a cambio de que no pongamos objeciones si en algún caso persiguen a los críticos con su rey.

Antes, los yihadistas eran tipos discretos, difíciles de detectar, que no iban a las mezquitas sino que rezaban en pisos e incluso tenían licencia para comer cerdo con tal de no dar la nota. Ahora, a juzgar por el vasto rosario de operaciones policiales que satura los medios, creo que los terroristas en potencia han sucumbido a la tentación de las redes sociales, en donde lanzan proclamas y siempre los pillan mucho antes de pasar a la acción.

Creo también en ese nivel 4 de alerta que nos libra de todo mal y que, aunque lleva activo desde el 2015, todavía podremos mantenerlo el tiempo que sea necesario sin relajarnos ni un ápice.

Sin embargo, después de la matanza de las Ramblas, surgen rumores y se observan gestos que contradicen algunas de las creencias que hemos enumerado. Si cualquiera de esos runrunes fuera cierto, tendríamos un serio problema de seguridad.