España es como un queso gruyer

OPINIÓN

Marta Pérez | Efe

24 ago 2017 . Actualizado a las 08:17 h.

Dado que todo lo que sucede hoy ya se vio antes, y que es posible aprender en cabeza ajena, deberíamos abordar el problema de la coordinación policial diciendo que la idea de establecer en España dos policías autonómicas sustitutivas de la policía estatal es, ab initio, costosa, ineficiente, confusa y llena de derivas indeseables. España -país pequeño y congruente- ya tenía un sistema complejo de policías locales, y dos fuerzas de seguridad -la Policía Nacional (CNP) y la Guardia Civil (GC)-, que, nacidos para ámbitos diferentes -rural para la GC y urbano para el CNP-, empezaban a presentar problemas de solapamiento derivados del crecimiento y la tecnificación de ambos cuerpos, que acabaron generando graves duplicidades e ineficiencias. Por eso debemos considerar un absurdo que, cuando muchos expertos aconsejaban la fusión de la GC y el CNP, acabásemos perpetrando la multiplicación de los espacios y los cuerpos policiales.

Las causas por las que se actuó así fueron, digámoslo sin ambages, el capricho de los independentistas -que querían erradicar de sus tierras los símbolos del Estado- y la rendición irresponsable de algunos políticos que, gestionando el problema territorial con absoluta candidez e ignorancia, acabaron creyendo que aquellas ariscas exigencias eran, en vez de una estrategia de lucha desleal e incierta contra la unidad del Estado, la culminación de un proceso delimitado de reivindicaciones históricas. Y ahí estamos hoy, como un queso gruyer, con un grave problema de ineficiencia policial, una descoordinación irresoluble y creciente, y una deriva política que solo busca -como contexto para su revolución- el caos jurídico y social del Estado.

Por eso carece de sentido analizar los lodos de este despropósito, mientras se pierde la perspectiva de los polvos que los originaron. Y sin aprender siquiera la lección de que, bajo la cobertura de un buenismo dialogante y poco inteligente, se agrava el problema de un Estado acomplejado, que no tiene los arrestos necesarios para plantarse frente a este indecente secesionismo que ignora la realidad para poner en su lugar sus oníricas historias.

De esto saben mucho en los Estados Unidos, donde el laberinto de policías generado por sus orígenes federales y por la enormidad del país llegó a acumular tanta ineficiencia e impunidad que tuvieron que crear, en 1908, el FBI -Federal Bureau of Investigation-, la policía que tiene competencia exclusiva sobre los asuntos de Estado, y plena capacidad para tomar el mando de las operaciones que generan fisuras genéricas en la seguridad. Por eso es hora de que en España nos enteremos de que el mundo se inventó hace tiempo, que el buenismo no es política, que si el Estado no es la cima del poder no es nada, y que, como diría El Gallo, «lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible».