Entre el morbo y la información

OPINIÓN

25 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace una semana, mientras escribía mi último artículo, veía por televisión como llegaban a cuentagotas noticias muy preocupantes desde Barcelona. Una furgoneta había arrollado en La Rambla a mucha gente, pero las fuentes oficiales solamente hablaban de un asesinado. Se estuvo mucho tiempo divulgando la información de que en un restaurante turco podían estar los terroristas atrincherados con rehenes, pero finalmente no fue así. Al día siguiente, al despertarnos, muchos nos enteramos que la sinrazón terrorista había actuado también en Cambrils. Según datos oficiales, hubo 15 muertos y 120 heridos (46 siguen hospitalizados, siete de ellos en estado crítico) de hasta 34 nacionalidades diferentes. Los Mossos abatieron y detuvieron a lo largo de la semana a todos los terroristas que formaban parte de la célula yihadista que actuó en ese triste 17 de agosto.

En estos siete días se han sucedido varios debates. Celebro que la unidad política haya estado presente en la condena y en la solidaridad con las víctimas y sus familias, porque viendo que en los últimos tiempos la división y el enfrentamiento entre los gobiernos de España y Cataluña iba a más, sin embargo este tema ha conseguido unir a todos bajo el mismo mensaje de condena. Es verdad que siempre hay quien se salta la norma y hace críticas sin sentido, como la de que las ruedas de prensa de Puigdemont y de los mandos policiales no puedan utilizar el catalán, pero en líneas generales ha habido un buen tono, respetuoso y, por supuesto, de luto y de rabia por lo ocurrido.

No obstante, hay un tema que se plantea que requiere una reflexión profunda. Estamos acostumbrados a ver imágenes muy duras de las consecuencias del terrorismo en países como Siria, Irak o Afganistán. Algo que se repetía una y otra vez por parte de las cuentas oficiales (Mossos, Policía Nacional, Guardia Civil…) es que por favor no se subiera a redes sociales fotos de los asesinados, de los heridos y de las intervenciones policiales, sobre todo para evitar dar pistas al enemigo. Yo así lo hice. En mis perfiles en Facebook y Twitter no colgué, ni compartí ni difundí una sola imagen del atentado. Sin embargo, al día siguiente varios periódicos publicaron una foto de EFE, muy dura, en la que se ven varios cuerpos tirados en el suelo de La Rambla, con gente alrededor de ellos intentando auxiliarles, y también se aprecia a policías con pistolas en la mano. La pregunta es: ¿necesitamos ese tipo de imágenes? ¿Es un deber periodístico dar ese tipo de fotos?

He leído reflexiones de ambos bandos, tanto de los que dicen que el morbo y el sensacionalismo no informa, como de los que consideran que sin esas imágenes estamos censurando una realidad y nos privaría de acercarnos al terror que se vivió en Barcelona. Como en casi todo los dos tienen su parte de razón, pero ante la duda yo creo también que es siempre mejor respetar la intimidad y la imagen de los asesinados y de los heridos.

No obstante, es cierto también que la prensa ejerce un papel importantísimo no solo para quienes vivimos ahora, sino que también para los historiadores, y en el futuro estoy seguro que recurrirán a los diarios en búsqueda de información histórica que, en caso de no publicarse, se hará más complicado estudiar y analizar. Como se suele decir, el tiempo pone las cosas en su sitio y la información es poder, con lo cual para ambas cosas también es imprescindible recopilar lo que ocurrió para que no haya género de duda de lo que pasó. El secreto está en saber medir correctamente, informar (sin correr, que aunque sea el deseo del periodista dar la exclusiva lo mejor es recurrir a la confirmación oficial) y no difundir bulos, que hacen muchísimo daño y pueden provocar consecuencias nefastas para todos.