Hablando del futuro

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

29 ago 2017 . Actualizado a las 08:11 h.

Bernard M. Baruck fue asesor de los presidentes de EE. UU. Woodrow Wilson (durante la I Guerra Mundial) y Franklin D. Roosevelt (durante la II). Era judío, rico, pragmático y creía que las victorias nunca debían degenerar en venganzas. Así, acabó defendiendo a Alemania después de derrotarla. Y nos dejó unas reflexiones no exentas de humor que tendían a humanizar la política. Quizá la más famosa de todas ellas era su consejo al elector: «Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione». 

En España vivimos una etapa que se nos figura novedosa, pero que aún no sabemos si lo es de verdad. De momento, parece que vamos haciendo de cada solución un problema que se demora en el tiempo, como nos sucede con el caso catalán, una realidad que parece tener algo de un raro chicle que no paramos de masticar y estirar.

Decía el escritor y diplomático mexicano Marco A. Almazán que «la política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa». Y creo que algo de esto está sucediendo entre nosotros. Pero, claro, también hay que tener presente, como bien dijo Abraham Lincoln, que «se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo». Es decir, que aún hay esperanza.

¿Adónde estamos yendo ahora? Quisiéramos saberlo, y quizá muchas cosas ya las sabemos, pero no sentimos que nada esté garantizado. Porque no lo está. Los nombres de nuestros misterios son variados: Cataluña, radicalismos, yihadismo, pactos políticos, la bolsa, la inmigración que nos llega de África, el sostenimiento del crecimiento económico, etcétera. Porque los problemas se dividen entre los que ya hemos detectado y aquellos otros que ni siquiera intuimos, pero que ya están con rumbo fijo hacia nosotros, es decir, hacia esta España nuestra y sus múltiples porvenires.

¿Y cuál es la mejor forma de afrontar ese futuro? No creo que haya fórmulas infalibles, pero quizá la mejor manera de acertar a predecir el porvenir siga siendo intentar crearlo, forjarlo. Lo dijo Ortega y Gasset: «La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser». Pues eso.