El famoso «sé fuerte» que escribió Rajoy a Barcenas resucitó. Y no lo hizo por la comparecencia parlamentaria del presidente del Gobierno en el Congreso a cuenta de la Gürtel. El mensaje y otra referencia a los sobres de la caja b del PP circularon y se convirtieron en tendencia por una gamberrada, por una provocadora campaña de márketing de Netflix.
El servicio de televisión a la carta los usó para publicitar el regreso de la serie Narcos. Y triunfó, hasta el punto de que partidos como Izquierda Unida Madrid intentaron sumarse al carro en Twitter.
Más allá de la anécdota, parecen oportunas dos preguntas: ¿se hubieran atrevido cadenas convencionales a hacer una campaña similar? ¿Y Netflix? ¿No tiene miedo a disgustar al partido que gobierna en España? Pues no tiene razones para tenerlo.
En mayo la compañía estadounidense ya había seducido a 540.000 clientes en España con un servicio de pago por suscripción que no contiene publicidad, que no precisa de infraestructuras físicas específicas y que tampoco necesita del permiso del Gobierno para operar. Su éxito depende solo del atractivo de los contenidos que ofrezca, de la agilidad de su servicio y de que siga vigente uno de los principales artículos de la constitución no escrita de Internet: el principio de neutralidad de la Red, que garantiza que los datos no son discriminados y que cualquier usuario puede acceder igual de rápido a la web de una tienda de barrio que a Facebook o Google.
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