Por la histórica tercera reducción de la jornada laboral

OPINIÓN

11 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Crisis económica mundial: La quiebra de Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de EE.UU, en Septiembre del 2008, nos anuncia el comienzo de la mayor crisis económica general, desde la gran depresión de 1929.

Es en estas situaciones donde se manifiesta con más claridad y virulencia el papel de los estados en favor de los intereses del gran capital, al que representan: la defensa a ultranza de los grandes bancos y leyes atracando a los pueblos, son tomadas inmediatamente, sin espera.

Siempre existió desempleo pero esas medidas propiciaron que se disparase. Sus consecuencias también: La desorientación y el miedo se apodera de la ciudadanía y de los trabajadores; los salarios y las condiciones laborales empeoran brutalmente; aumenta considerablemente la asistencia a los comedores sociales, incluso de familias enteras; algunos comedores escolares abren en vacaciones para que algunos de sus niños puedan alimentarse por lo menos una vez al día; los bancos de alimentos son, para muchos ciudadanos, su despensa imprescindible, etc.

Algunos medios de comunicación recogen en sus comentarios la viva realidad: con la crisis los ricos son cada vez más ricos mientras que los pobres son cada vez más pobres. Es decir, la desigualdad no para de crecer.

De nuevo la xenofobia coge vuelo, como en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Muchos partidos la llevan en sus entrañas y culpan de todos los males, incluido el del desempleo, a los extranjeros que vienen a quitarnos el trabajo. En los Estados Unidos, sale elegido presidente Trump enarbolando esa bandera y no es el primero, pues antes lo fue Hitler en Alemania, y casi llega a serlo Le Pen en Francia. Por otro lado, esto nos explica la política criminal que se está llevando a cabo con toda esa gente que intenta huir de la barbarie reinante en algunos países y que tan a menudo vemos en barcazas abarrotadas, hundiéndose en el Mediterráneo.

Esta crisis (y el consecuente incremento del desempleo) no creo que sean ajenos a la desestabilidad y guerras a que son arrastrados tantos pueblos, ni al incremento del gasto armamentístico que nos anuncian EE.UU., Rusia, China (Europa quiere tener su propio ejército de «defensa»), etc.

Con todo lo que antecede parece fácil entender que, con el incremento del desempleo, todo se trastoca, se desestabiliza. Si el incremento del desempleo conlleva tantos problemas a la humanidad, la creación del empleo debiera de aportarnos el efecto contrario.

Correlación de fuerzas: A estas alturas de la historia no debiera dudarse de que, solo la clase trabajadora será capaz de pivotar la lucha por conseguirlo (por su experiencia, por ser la más interesada y porque históricamente se comprobó que es la única capaz de cambiar sustancialmente la sociedad). Si nos olvidamos de esto poco o nada podremos avanzar.

Es verdad que la correlación de fuerzas le es muy desfavorable, pero puede cambiar, debe cambiar y todos estamos obligados a poner nuestro grano de arena para que cambie. Pondré dos ejemplos que me parecen significativos: 1) El período posterior a la Segunda Guerra Mundial y 2) aquí, en España, el de la última etapa del franquismo y la primera etapa del posfranquismo.

En el primero, la clase trabajadora, particularmente europea participó activamente en esa monstruosa guerra contra el  fascismo y su aplastamiento. Cuando éste fue derrocado esa correlación de fuerzas había cambiado a su favor. Ello posibilitó conseguir objetivos antes impensables (lo que se le denominó, el estado de bienestar). Ahora que esa correlación le es desfavorable, esas conquistas están siéndole arrebatadas.  

En el segundo ocurrió algo parecido. La clase trabajadora de este país fue protagonista en la lucha contra el franquismo. En esa pelea creció la solidaridad, la unidad y la organización, (supo crear un movimiento asambleario, enraizado en el tajo, capaz de desarrollarse y llegar a realizar proezas como las huelgas de la minería, de los astilleros, de la construcción, etc., a pesar de la brutal represión franquista). El franquismo perdió esta batalla e inició su declive. La correlación de fuerzas fue cambiando a su favor y su robustez era indudable. El nivel alcanzado en libertades, condiciones laborales, incrementos salariales, etc. fue muy importante y de una experiencia inagotable.  

Los defensores del sistema capitalista decidieron  acabar con su brío. Los Pactos de la Moncloa fueron el medio utilizado. Todos los partidos políticos los apoyaron con su firma, desde el Partido Comunista de España, pasando por el PSOE y la UCD de Adolfo Suárez, hasta Alianza Popular (Partido Popular). CC.OO. y UGT, no podían ser menos y los bendijeron con su encendido aplauso.

Por ello, recuperar la correlación de fuerzas favorable a los trabajadores debiera estar muy presente en cada una de las opiniones. Es como una línea roja que nadie debiera pisar.

Renta básica universal: (RAU) Muchos compañeros que han leído mis escritos sobre la reducción de jornada para terminar con el enorme desempleo, (generalmente partidarios de la R.B.U. y a los que agradezco sus opiniones) me dicen que, debido a la complejidad del mundo en que vivimos, solo con mi planteamiento de reducción de jornada no avanzaremos y puede que tengan razón. Pero la R.B.U. me resulta un tanto incomprensible.

-Da la impresión de que se parte de una sociedad futurista, no de la actual. En sus planteamientos parece como que las nuevas tecnologías, a partir del 2008 (el comienzo de la crisis) tuvieran una dimensión nueva. Como si hasta entonces su influencia careciera de importancia y desde esa fecha supongan un cambio de sociedad tan rápido que el empleo asalariado vaya a desaparecer en muy pocos años. Hace ya unos 30 que acudí a una charla en la que el interviniente, entendido en la materia, señalaba que con las tecnologías descubiertas en aquel momento, si se aplicasen de golpe, sobrarían más de 6 millones de administrativos, solo en España. Pero había que aplicarlas y, como se ve, el proceso lleva su tiempo, mucho más de lo que imaginamos.

-Es verdad que se está produciendo un proceso de robotización y que a muchos trabajadores, a partir de los 50 años y que se hayan quedado sin empleo, les será difícil volver a trabajar en toda su vida o que algunos jóvenes ni siquiera puedan iniciarse en el proceso productivo, pero también lo es que, si hay una reducción importante de la jornada laboral, esos efectos serán significativamente menores. ¿Es una idea tan descabellada como para no valorarla siquiera? De todos modos, aún quedan y quedarán por muchos años, millones y millones de asalariados. Esto no es futurismo, es una realidad y buena muestra de ello son los 150.000.000 de huelguistas el 02/09/2016, solo en la India. Por otro lado, es la parte de la clase trabajadora más activa y rebelde. Con ella en píe nada será imposible. Lo que reivindicaban estos huelguistas era mejores salarios, mejores condiciones laborales, más empleo, etc. En definitiva, lo clásico de siempre.

-La R.B.U. parece ignorar este sector mayoritario de la clase trabajadora. ¿Está condenado a seguir con las jornadas laborales de hace décadas y empeorando socialmente? Sugerir que por el hecho de cobrar la R.B.U. no trabajarán por cualquier salario, aunque pueda ser verdad, no va orientada a la defensa colectiva de la clase trabajadora, sino a que cada trabajador se defienda individualmente frente a su empresario (por cierto, los bajos salarios es uno de sus problemas, pero no el único. Como Luis Redondo repetía a menudo: «O nos salvamos con el alma colectiva o con el alma individual nos vamos todos al infierno».

-Viabilidad económica. Creo que esa no es la cuestión. En EE.UU. es viable el enorme gasto armamentístico y no lo es el de la sanidad; en la Comunidad Económica Europea es viable el gasto en salvar bancos, pero no lo es el de la sanidad, la educación, la atención a los mayores, la solución del hambre y la miseria de los más desfavorecidos o proteger el medioambiente. Tampoco es viable ayudar a los refugiados, ni siquiera para impedir que se ahoguen en la mar, etc. La viabilidad económica depende mucho más de la fortaleza de la clase trabajadora, frente al capital. Esa es la cuestión fundamental.

-¿Cómo se conseguirá la  R.B.U.? ¿Por vía parlamentaria? Es de suponer que no es un olvido, pero sin tener claro este referente, mucha gente puede llegar a pensar que el dios de la tierra, el gran capital, nos la regalará. Si llega a suceder y puede que ya suceda, no es para aplaudir, sino para preocuparse.

-Visto el interés que este gran capital se ha tomado por ella, manifestado por sus organismos internacionales como la OCDE, el Foro de Davos, etc., puede que nos lo lleguen a vender como tal. Es decir, que sustituyan o los distintos subsidios por uno solo, pero con un nombre mucho más bonito, rimbombante y atractivo: ¡No cobraremos subsidios, seremos perceptores de la Renta Básica Universal! En fin, una manipulación en toda regla. Si con ello además logran cierto adormecimiento de la ciudadanía el negocio les sale redondo.

Reducción de la jornada laboral: Las instituciones internacionales, gobiernos e instituciones locales nos hablan mucho de su interés por reducir el paro, crear empleo, etc. Pero en «busca» de este objetivo, crearon miseria por doquier.

Los sindicatos, con sus reivindicaciones de planes de empleo, ven cada día como éste decae incesantemente, pero persisten. En la situación que nos encontramos, plantear la creación de empleo, sin una reducción importante de la jornada laboral, es una quimera, siempre con el mismo resultado negativo.

Efectivamente, creo que la reducción de la jornada laboral es la mejor de las opciones, sino la única. ¿Por qué?: 1) es fácilmente comprensible, hasta un niño puede entender que, si reducimos la jornada laboral, podrá trabajar más gente; 2) por esa facilidad de comprensión, es la que más posibilidades tiene de movilizar a la clase trabajadora; 3) ésta tiene experiencia, pues ya fue capaz de lograrlo en otras dos ocasiones. (Por cierto, sin merma de salarios).

A pesar de la desorientación, el individualismo, el miedo, etc. en que se encuentra la clase trabajadora, el incesante aumento del desempleo (admitido por la inmensa mayoría de los analistas y organismos internacionales como la Organización General del Trabajo, etc.) tarde o temprano se verá obligada a esta batalla y la ganará. O eso o sufrir un mundo insoportable eternamente.

Para que tenga efectividad en la reducción del desempleo, requiere que ésta sea importante, (25 horas semanales podía ser un referente) y sin merma del poder adquisitivo. Además, dada la interconexión de la economía mundial, esta batalla debe tener dimensión internacional. También porque el poder político es supranacional.

¿Qué puede aportar a la clase trabajadora la lucha por la reducción de la jornada laboral?

1. Se fortalecerá como clase. La lucha para la clase trabajadora es como la actividad para nuestros músculos. Recobrará solidaridad, unidad, organización y confianza en sí misma. Esto, por sí solo, ya merecería la pena.

2. Proporcionará a la clase trabajadora y a la sociedad mejoras importantes en su calidad de vida. Sucintamente:

-Con menor jornada laboral, mejor calidad de vida, más independencia y tiempo libre; mejor atención a familiares, particularmente a hijos, sin tanto estrés y dependencia de los abuelos; menos accidentes de trabajo, de enfermedades profesionales y de enfermedades comunes; menos incapacidades permanentes; mejor salud también en la vejez, etc.

3. Reducirá el desempleo y sus lacra. Las condiciones laborales como los salarios, la inestabilidad laboral, la desregulación en la contratación, el miedo a perder el empleo, etc. mejorarán, porque la clase trabajadora se hará más fuerte.

 4. Con su mayor fortaleza será más eficaz contra la pobreza y la desigualdad social, en la defensa derechos como: la sanidad y educación públicas, la de guarderías públicas y accesibles, en la atención a nuestros mayores, a la vivienda digna; al de manifestación, de libertad de expresión o de derechos individuales y contra la represión. Sin olvidarnos de esa apremiante tarea de poner freno al creciente fascismo, etc.

5. La reducción de la jornada laboral, aparte de ser sumamente necesaria, es de justicia. Los trabajadores también deben ser beneficiarios de los avances en el proceso productivo, motivados por el empleo de las nuevas tecnologías.

6. La clase trabajadora en la lucha por la reducción de la jornada laboral fortalecerá su dignidad y la del conjunto de la sociedad e impondrá el respeto que los pueblos se merecen.  

En resumen, la lucha por la reducción de la jornada laboral, es la clave del avance social en todos los órdenes de la vida.

El objetivo más necesario e inmediato: Lograr que la reducción de la jornada laboral sea asumida por la clase trabajadora como la meta a lograr. El debate al respecto, mucho más avanzado en otros países, particularmente europeos, ya forma parte de esa labor, es el principio. Pero hay que avanzar. La clase trabajadora, tiene por delante su meta más importante de estos momentos. Sus protestas actuales, contra los problemas que se le plantea cada día como son los despidos, bajos salarios, etc., son como tomar medicamentos para aliviar el dolor que produce una enfermedad necesitada de intervención quirúrgica. Es necesario seguir tomándolos, pero hasta que no se opere, la enfermedad seguirá y empeorará. Esa pelea en la que está enzarzada, la sitúa a la defensiva. Tiene que poner las luces largas y tomar la ofensiva por reducir la jornada laboral, tanto como sea necesaria, para erradicar el desempleo y todas sus lacras. No queda otra.