Exsusanistas que no se enteran

OPINIÓN

19 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de la crónica de un revolcón anunciado en el socialismo asturiano, los exsusanistas locales aún se atreven a levantar la cabeza durante su propio sepelio y criticar a Adriana Lastra por apoyar a Adrián Barbón. Qué fatiga. Hay que ser recalcitrante y desnortado. Por otra parte, supongo que a Lastra no le quitan el zen las voces del pasado, más bien se las pasa por el arco, aunque no creo que vaya a olvidar el rosario de agravios e injusticias de algunos kamikazes. Aún está por ver quién es el futuro en un panorama político fragmentado, pero lo cierto es que Javier Fernández ya es el pasado, y no muy glorioso, hay que decir, si recordamos el patético golpe de estado fallido en Ferraz y su papel de títere de la andaluza. Pagó con su cabeza. Después del castigo que sufrió en Asturias durante la reelección de Pedro Sánchez, Javier Fernández sólo tenía una opción y la asumió con elegancia, eso hay que reconocerlo. No tanto su entorno.

A Adrián Barbón, un político de la nueva generación que sin duda sí sabe manejar un ipad, le queda una cohabitación relativamente incómoda hasta las próximas elecciones. Es poco probable que Fernández, hombre poco dado a los conflictos y ya con los dos pies en la casilla de salida, quiera desligarse de las directrices de la FSA y gobernar por su cuenta. Resulta irónico, o profético, que sea él, que socavó a Tini Areces hasta que consiguió echarlo, sea ahora el que nota la alfombra moviéndose bajo sus pies. Y tampoco olvidemos que personajes tan poco recomendables como el exlíder del SOMA, José Ángel Fernández Villa, fueron los que en su momento atacaron despiadadamente a Areces con la connivencia del secretario de la FSA. Tener en el curriculum a Villa como socio ideológico, aunque todos hayan renegado de él como de la peste porcina, no es precisamente lo mismo que haber perdido puntos del carnet por saltarse un semáforo.

Barbón tiene la suerte y la oportunidad de elegir con quién quiere ir hacia el futuro. Quedarse con lo mejor del partido, con los que comprenden qué pedía la militancia y tal vez el electorado, en especial los jóvenes, deshacerse ya sin remordimientos de los que son pasado y no se enteran. Hacer una limpia en condiciones, vaya. De otra forma, se enfangará en los eternos problemas de inacción del socialismo asturiano, el obstruccionismo soviético que siempre fue su peor defecto.