El principio de realidad

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

11 oct 2017 . Actualizado a las 07:25 h.

En los últimos días ha aparecido en primer plano un personaje que estaba inexplicablemente ausente en el drama catalán: el dinero. Y lo ha hecho de un modo estentóreo, ejerciendo lo que el economista y geógrafo Charles Tiebout llamó en su momento «votar con los pies». Ciertamente, lo que no se entendía bien era su escasa locuacidad anterior de los empresarios, ante una situación en la que un gobierno que se autodefinía como business-friendly caminaba del brazo con quienes tenían mucho más que ver con el Noi del Sucre.

Con la fuga de empresas y con la evidencia, llegada de Bruselas y Estrasburgo, de que la tal república catalana se quedaría con todo seguridad fuera de la UE (cuestiones ambas negadas reiteradamente no solo por los partidos secesionistas, sino también por algunos conocidos economistas, cuya reputación se resentirá) se ha hecho visible para todos el principio de realidad. Las dos cuestiones están, además muy relacionadas entre sí, pues detrás de la huida de empresas hay, además de un deseo de estabilidad y seguridad jurídica, la necesidad vital de no dejar de pertenecer al espacio comunitario.

Estamos, en realidad, ante la enésima manifestación de una característica muy conocida del capitalismo contemporáneo: en el contexto de la actual globalización financiera, la relación entre economía y política ha mutado profundamente, estableciendo la primera una fortísima restricción sobre la segunda (lo explicamos en detalle, con Antón Costas, en nuestro libro La nueva piel del capitalismo). Son muchos los ejemplos de situaciones en las que el poder económico -los tan traídos y llevados mercados- han torcido el brazo de los gobernantes, obligándoles a virajes completos en sus políticas. Muchas veces con resultados funestos (los europeos supimos mucho de eso a partir del 2010), otras no tanto (recuérdese la forzada dimisión de Berlusconi en el 2011).

Ahora, en todo caso, aunque su efecto a corto plazo pueda ser pequeño, la amenaza cierta de ruina que la oleada de retiradas de las sedes empresariales trae consigo, actúa como una rémora decisiva sobre la aventura separatista. En las incisivas palabras de un observador, «los tanques en la Diagonal eran Sabadell y La Caixa».

¿Proclamar unilateralmente la república en esas condiciones? Desde que el mundo es mundo han existido las vocaciones suicidas, pero quizá la única explicación de la actual locura es que este Govern hace tiempo que perdió el control de su propio rumbo.