No puede quedar impune

OPINIÓN

20 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El lunes salí de mi casa un poco antes de lo habitual, ya que celebrábamos en el Ayuntamiento de Oviedo un pleno extraordinario para la aprobación inicial de las ordenanzas fiscales de 2018. Poco después de las ocho y media de la mañana, al terminar un café que estaba tomando en la Plaza del Sol, el alumbrado público se apagó tal y como está programado. El problema que surgió ese día fue que no había amanecido, o mejor dicho, que el humo de los incendios estaba tapando nuestro cielo y no permitía ver la luz del sol. Creo que una impresión que tuvimos todos ese día fue de extrañeza, de sorpresa por vivir algo así al romper nuestros esquemas de que ya tenía que ser de día, pero a la vez lo vi todo un aprendizaje, porque nos sirvió a muchos de lección para entender mejor la tragedia ambiental que azotaba el suroccidente de Asturias y a nuestros vecinos gallegos.

El terrorismo incendiario, tal y como lo catalogó Feijoó en rueda de prensa, es un drama que considero que pasa a menudo desapercibido. Sé que estamos en un periodo convulso con Cataluña y que el foco mediático actual está en ese tema, pero haya o no algo importante de lo que hablar está claro que el interés por los fuegos cesa en el momento en el que se extinguen. Para llegar a ese momento a veces pasan días y desde aquí quiero trasladar mi reconocimiento a los servicios de Bomberos y otros cuerpos de Seguridad del Estado (Guardia Civil, policías locales…) por su empeño y entrega. A la vez, quiero trasladar mi solidaridad con los vecinos afectados y lamentar la muerte de cuatro personas en Galicia a causa de este motivo.

Las consecuencias para la ciudadanía que vive en esas zonas y para la fauna y la flora del lugar son nefastas, y llevará su tiempo el intentar volver a los momentos anteriores a los incendios. Soy consciente que es imposible controlar que no haya incendios. Aunque la mayor parte de ellos son intencionados, los hay también fruto de imprudencias. Lo que debemos empezar a decir es que estas acciones son también terrorismo. Sin esa percepción estaremos equivocados en no ver lo que realmente lo que ocurre. Por desgracia hay cuatro fallecidos en Galicia que intentaron escapar del fuego y no pudieron. Víctimas de un hecho que nunca debió producirse, pero ahora toca seguir adelante y trabajar para evitar en el futuro este tipo de ataques a la naturaleza. Reconozco que es tarea complicada para quien lo ha perdido todo o ve a su alrededor todo calcinado, pero en lo que sí debemos ser tajantes es en trasladar el mensaje a quienes hayan cometido estos incendios, dejándoles claro que sus actos no quedarán impunes.