Políticos presos

OPINIÓN

20 oct 2017 . Actualizado a las 08:25 h.

Eran tan frecuentes las detenciones en aquellos días oscuros que tenía siempre preparadas unas zapatillas, un abrigo viejo y una almohada para amortiguar algo el peso de las noches de palizas y humillaciones que le esperaban en los calabozos. El viejo luchador antifranquista dejó pasar muchos años antes de hablar de las torturas que sufrió. Quizás no tanto para que el tiempo cerrase unas profundas heridas en el alma como para contribuir a un proceso político de reconciliación en el que los ciudadanos, ya en democracia, le dieron su confianza, elección tras elección.

Este veterano comunista nos contó que en una ocasión ?eran los primeros años 70, en los que Galicia también puso sus muertos en el camino hacia la libertad? no pudo coger las zapatillas ni la almohada. Era mediodía cuando los agentes irrumpieron en el taller familiar de escayolas en el que trabajaba y ni siquiera le permitieron ir a recoger a su hija, que lo esperaba en la puerta del colegio. Una imagen nos quedó grabada de su sobrecogedor relato: cuando los torturadores lo devolvieron a la celda, aturdido por los golpes, lo arrastraban por las piernas mientras su cabeza batía una y otra vez en los peldaños de las escaleras.

Esa era la crueldad de la brigada político-social de la policía franquista. Y aquellos sí que eran presos políticos de un régimen que carecía de legitimidad. Fueron tiempos durísimos y superados, por lo que conviene no banalizar ni trucar el significado de las palabras, que es tanto como falsificar la realidad para arrastrar a la gente a una arcadia de dudosa viabilidad. ¿Qué otra cosa persigue la retórica de las dictaduras?

Aunque tan solo sea por respeto a quienes sí conservan en su memoria y en sus carnes las muescas del franquismo habrá que llamar a las cosas por su nombre. La actuación del Gobierno en Cataluña -ni siquiera la discutible intervención de la policía el día 1 de octubre- nada tiene que ver con el franquismo ni con su herencia. Si dos personas están en la cárcel es porque un juez observó indicios de delito en sus acciones, no por sus ideas. No son presos políticos. Son, en todo caso, políticos presos.