Los kurdos, victoriosos pero vulnerables

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

MARWAN IBRAHIM | AFP

La apuesta por la independencia del Kurdistán iraquí es más una muestra de temor que de fortaleza

21 oct 2017 . Actualizado a las 10:11 h.

En principio, se diría que es una apoteosis kurda: en Irak se proclama un Kurdistán independiente, mientras que en Siria las fuerzas kurdas toman el principal bastión del Estado Islámico en este país, la ciudad de Raqa. Y, sin embargo, ambos triunfos ocultan una vulnerabilidad de fondo.

Lo cierto es que la apuesta por la independencia del Kurdistán iraquí es más una muestra de temor que de fortaleza. Durante muchos años, Washington ha alimentado y protegido la autonomía kurda como una herramienta de su política en Oriente Medio. Los kurdos han sido un aliado fiel de los norteamericanos y han hecho una labor de contrapeso al poder chií. Pero su utilidad empieza a pasarse de fecha, y por eso se han apresurado a intentar la independencia mientras todavía parece posible. Pero no les está saliendo bien. Estados Unidos podía apoyar su autonomía, pero no va a favorecer su independencia, porque eso sería dejar a Irak en manos de Irán. Los kurdos, además, han pecado de ambiciosos: han incluido en su proyecto de Estado territorios ricos en petróleo en los que ellos no son más que una minoría.

Exceso de ambición

También en la vecina Siria los kurdos han pecado, quizás, de exceso de ambición, al tomar la ciudad de Raqa como infantería de la aviación norteamericana. Estos otros kurdos son los guerrilleros comunistas del YPG, con los que Estados Unidos forjó en su día una insólita alianza, simplemente porque eran la única fuerza capaz de oponerse al Estado Islámico, aparte del Ejército de Al Asad. Pero Raqa está también muy lejos de las zonas de mayoría kurda y no les será fácil gestionar su liberación.

Los guerrilleros del YPG se enfrentan, además, a la misma amenaza que sus hermanos del Kurdistán iraquí. También ellos se acercan a su período de obsolescencia como herramienta geopolítica. El plan de Washington era, tras la toma de Raqqa, seguir a Al Mayadeen y luego a Bukamal, donde pensaban enlazar con Al Qaim en Irak. De este modo, Estados Unidos pretendía privar a Al Asad de un amplio territorio rico en petróleo y, de paso, aislarle de Irán con un estado-tapón suní. Pero el plan no ha funcionado. El Ejército sirio, apoyado por la aviación rusa, avanza mucho más rápido de lo esperado: ya ha tomado Mayadeen y está a punto de hacerse con Deir al Zur. De modo que los kurdos ya no son necesarios y han extendido demasiado sus líneas. En el norte del país, Turquía amenaza el enclave kurdo de Afrin. La epopeya de los kurdos de Siria, que con tan solo el 10 % de la población se han apoderado del 20 % del territorio y el 40 % de la riqueza petrolera, podría estar tocando a su fin.

Porque la guerra misma toca a su fin, lenta y dolorosamente. El mes que viene deberán empezar las conversaciones de paz auspiciadas por la ONU. Son encuentros para contar los puntos y consolidar ganancias territoriales. Será entonces cuando empezaremos a ver si el sacrificio de los kurdos ha valido la pena o si han sido víctimas de un espejismo.