¿Sabemos en que mundo vivimos?

OPINIÓN

23 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¡Romper el silencio en los medios o en las redes sociales no basta! No va a hacer ceder la presión del machismo, y no lo va a hacer desaparecer después de una marcha ciudadana o de una campaña en Internet, pero también es cierto que poco a poco va avanzando la mentalidad de la población.

Continuarán las noticias de mujeres asesinadas, las cifras de maltratadas, seguirá la discriminación salarial y laboral, el techo de cristal que bloquea el ascenso profesional de las mujeres, continuará el acoso callejero, las violaciones y los abusos, seguirán produciéndose infinidad de micromachismos: bromas groseras, desprecios, manoseos, faltas de respeto, mensajes tóxicos en medios de comunicación.

No va a desaparecer el machismo pero hay que arrinconarlo. Lo primero es conquistar, no solo el debate público, sino también el debate político, para así, ir ganando terreno en el privado. Que las mujeres que sufren y soportan la violencia sepan que no tienen que aguantar ni un minuto más, y que no están solas, y que también las leyes las amparan. Que los bravucones que desprecian a la mujer, aunque lo hagan desde una falsa galantería paternalista, se encuentren con la respuesta de su entorno. Que los que presumen de varoniles por ser rudos y agresivos no reciban el aplauso de sus amigotes. Que los machos alfa no se crean atractivos. Que las mujeres luchadoras que siguen adelante tengan, no solo la esperanza de que los obstáculos empezarán a moverse. Que las personas que tienen poder o influencia, que tienen micrófonos y despachos, los utilicen con responsabilidad y sensibilidad.

Hay un discurso perverso que se escucha demasiado, según el cual el feminismo sería el reverso del machismo, y por lo tanto son discriminatorios los dos. Es tan absurdo como defender que era lo mismo el racismo que combatir el racismo, el esclavismo o el abolicionismo, la intolerancia que la tolerancia, ser homosexual que ser homófobo. Luther King o el Ku Klux Klan. El feminismo es una de las causas más justas de nuestro tiempo, porque no persigue el dominio sino la igualdad. Podrán discutirse sus propuestas, con serenidad, pero no sus objetivos. El feminismo no es una causa de las mujeres, como combatir la esclavitud no fue un problema de los negros. Por eso es tan importante la presencia también de varones en esta lucha por la igualdad.

Necesitamos que hagan políticas fijándose antes en los datos de crímenes o de empleo, fíjense en el reparto de tareas en su propia familia, pregunten a sus conocidas y vecinas, preocúpense por sus compañeras de trabajo, presten atención a lo que aún se ve a diario en cualquier esquina de la calle. Pónganse en la cabeza de quien convive a diario con miedo: con miedo al desconocido en un callejón, con miedo al explotador de su trabajo o de su cuerpo, con miedo al traficante de su viaje en busca de una vida digna, con miedo al monstruo con el que comparte colchón. ¿De verdad estos problemas no afectan específicamente a las mujeres? ¿De verdad creen que es un drama de similar magnitud para ambos sexos las agresiones, el acoso, los asesinatos, la trata, la explotación sexual? ¿Saben en qué mundo viven?