Delirio Puigdemont

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

NICOLAS MAETERLINCK | AFP

06 nov 2017 . Actualizado a las 07:46 h.

Hace treinta años, este periódico publicaba en primera página una fotografía del fugitivo Ruiz Mateos posando con su peluca postiza ante la cárcel de A Coruña. El magnate de Rumasa se defendía del expolio del Estado recorriendo España disfrazado de supermán. Quiso construir una víctima y le salió un histrión. Aparte de ganar tiempo y atención, no le sirvió de nada en el proceso judicial. 

La huida del prófugo Carles Puigdemont tras la aplicación del 155 presenta rasgos que lo asemejan al disparatado Ruiz Mateos. También entonces el gobierno adoptaba una medida excepcional, pero sujeta a la Constitución. Se intervino el holding, Ruiz Mateos huyó, fue detenido, procesado, condenado y, finalmente, reprivatizadas las sociedades expropiadas.

La historia y la mitología están plagadas de personajes víctimas de su megalomanía. De aspirantes al templo de los héroes que una vez que atraviesan la línea que separa la épica del ridículo ya no pueden regresar. Nadie se lo pone fácil a quienes hacen ese tránsito, ni siquiera los que antes adulaban y mucho menos los que manejaron los hilos del polichinela fracasado. Puigdemont se paseó por Bruselas camino de un destino que no ignora. Habrá un guion en esta trama, pero da la sensación de que el protagonista actúa impelido por la hibris, aquel síndrome que los griegos atribuían a los borrachos de poder que se colocaban por encima de los humanos. Un delirio, que en su etimología significa salirse del rego.